Bailando sobre los muertos
Pero en México no están para mucho baile. Me refiero a la mayoría de los ciudadanos. Allí los tres poderes del Estado están trufados con el crimen organizado.
Pero en México no están para mucho baile. Me refiero a la mayoría de los ciudadanos. Allí los tres poderes del Estado están trufados con el crimen organizado.
Esta imagen de Reuters simboliza el drama. Ahí está, elegante como siempre, el príncipe Carlos, bailando junto a tres mexicanos en Campeche. Sonríen. Disfrutan. Se habrán tomado previamente unos jalapeños con té, y también habrán tomado tequila. Mucha gente baila en México. Y hace negocios. Porque hay dinero, y las grandes corporaciones mundiales tienen ahí aliados estratégicos.
Pero ahí radica el problema. La inmoralidad generalizada del puñetero primer mundo. La realpolitik. El dinero y los intereses de la minoría que maneja la cosa. Es igual hacer pasta con regímenes dictatoriales que con regímenes asesinos o corruptos hasta las cachas. Después regresan a casa, hacen tres declaraciones en defensa de los derechos humanos y todo sigue igual.
Pero en México no están para mucho baile. Me refiero a la mayoría de los ciudadanos. Allí los tres poderes del Estado están trufados con el crimen organizado. Allí los discrepantes y los opositores están perseguidos, amenazados, y con un pie en la escalerilla del avión para exiliarse. Allí cada día desaparecen o mueren seres humanos. Mexicanos y de todas las nacionalidades. Ciudadanos que se niegan a someterse al chantaje permanente. Migrantes que huyen de la miseria local y tratan de cruzar México para llegar al sueño americano que termina también en pesadilla.
Las autoridades que viajan a hacer política o los grandes empresarios que lo hacen parea ganar dinero y se dejan tomar esas imágenes típicas del bailecito y los mariachis han de saber que bailan sobre las decenas de miles de muertos y desaparecidos que cada año riegan el país. Ante la pasividad y la complicidad de los poderes del Estado. Porque lo peor es la impunidad. Ellos saben que no les van a investigar. Porque controlan a quienes han de hacerlo.
No es un cuento. No es una ranchera. Es la realidad. México no es un Estado fallido. México es un Estado corrupto, deshecho, un estercolero político y moral en el que caben pocos bailes. En el que el personal está para pocas bromas y para pocos bailes. Porque bailar sobre cadáveres está feo. E ignorar que se está haciendo, si se ignora, es una vergüenza.