Los cimientos de la libertad
El siglo XX terminó el 11 de septiembre de 2001. Fue un siglo feroz, sembrado con la muerte de las grandes guerras, del Holocausto, del Gulag, de los pogromos.
El siglo XX terminó el 11 de septiembre de 2001. Fue un siglo feroz, sembrado con la muerte de las grandes guerras, del Holocausto, del Gulag, de los pogromos.
El siglo XX terminó el 11 de septiembre de 2001. Fue un siglo feroz, sembrado con la muerte de las grandes guerras, del Holocausto, del Gulag, de los pogromos. Un siglo en el que el totalitarismo puso en jaque los valores de la democracia occidental, en el que la libertad estuvo tantas veces acorralada, escuálida, perseguida por los únicos que la pueden disfrutar, hombres y mujeres que en la búsqueda de una u otra utopía se olvidaron de ser humanos y se mataron por millones. Un siglo, en fin, que concluyó con más destrucción, con los aviones pilotados por los soldados de la intransigencia más sanguinaria apuñalando el corazón del país que más hizo para combatir la barbarie, para impedir que toda Europa fuera un gigantesco Auschwitz. El último acto en este drama del siglo XX fue la perfecta metáfora del virus que es el terrorismo, que entra por las ventanas abiertas que da la libertad en Occidente, para intentar acabar con ella desde dentro. Pero no fue solo una metáfora.
Los tres mil muertos del World Trade Center fueron los últimos mártires del siglo XX. Sobre su memoria, sobre la solidez que da su recuerdo, se alza hoy la Torre de la Libertad. Las víctimas de la barbarie del terrorismo son y serán los cimientos sobre los que debemos seguir construyendo nuestras democracias. En medio de la destrucción y la muerte, lo que nos ha enseñado mejor que nadie este siglo XX es que el anhelo de libertad en nosotros es tan intenso, su resiliencia tan asombrosa, que florecerá allá donde se le deje. En los últimos cien años murieron millones por ejercer y defender la libertad. Es nuestro deber crear las condiciones para que tan delicada planta brote, y es nuestro homenaje definitivo a las víctimas protegerla de los continuos ataques a los que está sometida día tras día.