Pechos

La elección de Myla Dalbesio por parte de Calvin Klein para ser la imagen de sus nuevos sujetadores de talla XL se ha encontrado con una inesperada ola de reproches por el hecho de que la modelo en cuestión gaste una talla M.

La elección de Myla Dalbesio por parte de Calvin Klein para ser la imagen de sus nuevos sujetadores de talla XL se ha encontrado con una inesperada ola de reproches por el hecho de que la modelo en cuestión gaste una talla M. Seguramente no hubiese ocurrido nada si promocionase unos Manolo Blahnik del 38, cuando ella calza el 36.

De toda esta polémica, que muchos juzgarán superficial, se deduce la importancia de las tetas en nuestra sociedad del s.XXI. En España, el pecho comenzó a adquirir notoriedad en la época del Destape, con el único antecedente de la novela de Ramón Gómez de la Serna, “Senos”, de 1918. Pero no nos circunscribamos a un tiempo y un país determinado. Empecemos por señalar la venus de Willendorf y la asociación del “pechamen” con ritos de la fertilidad en épocas prehistóricas, o “El nacimiento de la Vía Láctea” de Rubens como metáfora cósmica ya en la era moderna.

El pecho también ha adquirido gran importancia en la pediatría contemporánea, al considerarse más sana la leche materna que la leche en polvo para el bebé, e incluso hay doctrinas de la felicidad que asocian el estado placentero del bebé mamando del pecho de su madre a una suerte de hedonía primigenia.

Como vemos, la mama femenina está asociada a múltiples aspectos de nuestra realidad, y las polémicas en torno a ella no debieran desecharse a la ligera como un producto de nuestra caduca sociedad o del fetichismo sexual. El seno, como parte de un todo atributivo (cuerpo humano) que se distribuye extensionalmente en otro todo distributivo (el género homo sapiens sapiens), merece esta y todas las polémicas que pueda generar. Y más si hablamos de unos senos tan bonitos como los de Myla Dalbesio, sean de la M o de la XL.