¿Quién prohíbe la Navidad?

No son los musulmanes los que han logrado que la Navidad desaparezca de los colegios en Estados Unidos, ha sido el complejo y la estupidez, el laicismo mal entendido y la mentalidad suicida de toda una generación de ignorantes.

No son los musulmanes los que han logrado que la Navidad desaparezca de los colegios en Estados Unidos, ha sido el complejo y la estupidez, el laicismo mal entendido y la mentalidad suicida de toda una generación de ignorantes.

Mientras el terrorismo del Estado Islámico avanza imparable creyendo ciegamente en su fanatismo político, Occidente mira para otro lado mientras incuba la maldición. La necesidad religiosa del ser humano, que en sí mismo experimenta y siente el misterio infinito del ser, acaba por hacer cierto aquello de que quien no cree en Dios acaba creyendo cualquier estupidez. Algunos idolatran el dinero, otros la ecología, otros la gastronomía o la ideología. Casi todos temen la soledad y la muerte es un tabú que se disimula en la frivolidad de unas calabazas. No hay reflexión, no hay cultura. Queda el vacío.

No hay referencias, apenas se comprenden los datos más elementales, se desconocen siglos de historia, los grandes pasos de la humanidad y las conquistas de la civilización. El relativismo domina las mentes y acabamos por destruir lo propio preparando el terreno para una nueva invasión de los que creen hasta el extremo, sin atisbo de racionalidad.

Nos estamos suicidando y los laicistas radicales se comportan como auténticos adeptos de una temible secta que profesa la siniestra fe contra el cristianismo. Han destruido nuestras murallas, no tenemos defensa: la gran imbecilidad que nos domina es la mejor arma de los malvados que han prohibido la Navidad. No han sido ellos, no necesitamos enemigos aunque acabarán por llegar.