México lindo y sangriento
El último episodio de los estudiantes de Magisterio desaparecidos ha conmovido a la opinión pública mundial. Se prueba, una vez más, el poder de la imagen. Ahora ya no es el cine sino la internet, que transmite la desconsoladora realidad de que el pueblo unido se puede ver masacrado con inusitada crueldad.
El último episodio de los estudiantes de Magisterio desaparecidos ha conmovido a la opinión pública mundial. Se prueba, una vez más, el poder de la imagen. Ahora ya no es el cine sino la internet, que transmite la desconsoladora realidad de que el pueblo unido se puede ver masacrado con inusitada crueldad.
México fue siempre una sociedad extremadamente violenta. Acaso se fundieron dos tradiciones sanguinarias: la autóctona de los actecas y la de los conquistadores españoles. Pero la Independencia de los criollos, hace dos siglos, se desarrolló de una manera particularmente cruenta, y no digamos la Revolución de hace un siglo. Añádase la vengativa Guerra de los Cristeros, años después.
Por fin se asentó una democracia, si por tal entendemos la sucesión pacífica en el poder cada seis años. Pero hay otra condición fundamental que no se ha cumplido. El Estado en México no acaba de ostentar el monopolio de la violencia legítima. Triste es decirlo, las actuales bandas de narcotraficantes vienen a ser la caricatura de las huestes de Pancho Villa en el norte y de Emiliano Zapata en el sur de hace un siglo. Ya no se trata de sustituir la represión del dictador Porfirio Díaz por una legitimidad democrática. Ahora, dentro de un régimen moderno se enfrentan las bandas de forajidos que luchan entre ellas con ferocidad.
Lo peor es que en algunos casos se adivina la concomitancia de las fuerzas del orden con los “narcos” asesinos. Asistimos al espectáculo estremecedor de los secuestros masivos, las fosas comunes, las víctimas decapitadas. El último episodio de los estudiantes de Magisterio desaparecidos ha conmovido a la opinión pública mundial. Se prueba, una vez más, el poder de la imagen. Ahora ya no es el cine sino la internet, que transmite la desconsoladora realidad de que el pueblo unido se puede ver masacrado con inusitada crueldad.
Violencia extrema se detecta en muchas partes del mundo, pero a los españoles nos conmueve especialmente la que se ceba con el pueblo hermano de México. El aseado Presidente de los Estados Mexicanos se las ve y se las desea para controlar a la Policía. Misión tiene.