Don Felipe y Artur en el coche
«Siempre lo he dicho, la industria catalana es muy importante para España. A mi padre le llena de orgullo y satisfacción decirlo, y a mi también…»
«Siempre lo he dicho, la industria catalana es muy importante para España. A mi padre le llena de orgullo y satisfacción decirlo, y a mi también…»
– “Buenos días, president. ¿Dónde le llevo?”
– “Buen día, majestad. Donde usted quiera, pero no vaya mucho al centro, me gusta Mas la periferia”.
– “La verdad es que es cómodo este coche. Además, la sede de Seat está en Cataluña”.
– “Tiene razón, señor Mas. Siempre lo he dicho, la industria catalana es muy importante para España. A mi padre le llena de orgullo y satisfacción decirlo, y a mi también”.
– “Para nosotros, de cara a la galería, que el Rey de un país vecino lleve un coche catalán supone un plus”.
– “Catalán y español, president. ¡No se olvide!”
– “Catalán, alteza, catalán”.
– “Y español, termine la frase, por favor”.
– “Bueno, pero como usted ha dicho, catalán y español, en ese orden”.
– “La empresa es alemana, señor Mas. Así que ni pa usted ni pa mí”.
– “Me ha pillado, Don Felipe. Siempre se le ha dado bien esto de calmar las aguas cuando bajan revueltas”.
– “Es que, la que me ha montado con la consultita…”
– “Pero, ¿no le parece bien que los españoles tengan derecho a votar, a decidir su futuro?”
– “¡Claro que sí, president! Siempre y cuando sea dentro de la legalidad”.
– “Hay algunas leyes que están para cambiarlas”.
– “Tiene razón, señor Mas. Pero existen unos procedimientos para…”
– “Perdone interrumpirle, Don Felipe, pero estamos dando vueltas en círculo”.
– “Sí, esta discusión siempre termina igual”.
– “Majestad, digo que estamos dando vueltas en círculo con el coche”.
– “Ya decía yo que aquel payés de allí me resultaba demasiado familiar”.
– “Deje, deje, Don Felipe. A ver si le va a tener que pedir a Antonio López que lo incluya en el cuadro y se alarga esto más que el problema de la independencia”.
– “¿Cuándo llegamos, president?”
– Artur Mas se coloca las gafas y escudriña el mapa que sostiene con las manos. “La verdad es que no tengo demasiado clara la hoja de ruta…”
– “Dichosa hoja de ruta, Artur. A usted le hace falta un GPS en todos los sentidos”.
– “La verdad es que tiene razón, Don Felipe. Menos mal que no me ha hecho la típica broma. Más de uno me dice que, claro, que a Andorra sí que sé llegar”.
– …
– ¿Majestad? ¡Don Felipe, mire a la carretera coño, que nos la damos!
– “¡Qué bueno, president! Usted perdone, pero es que lo de Andorra tiene guasa.
– “Si usted lo dice…”
– «Tenemos un problema, president”.
– “¿Qué ocurre?”
– “Tengo aquí un GPS, pero solo le queda el 3% de batería”.
– “Qué mala pata”.
– …
– “¿Majestad? ¡Otra vez! ¡Pues si que tiene usted sentido del humor! Mire que pensaba que se lo había robado su cuñado”.
– “President, por ahí no, eh. Que le digo a Mariano que le apriete con la deuda”. Mire ahí al fondo, parece que hemos llegado.
– De repente, una cabeza se asoma desde el asiento trasero. Bosteza. “Menudo viajecito”.
– Artur Mas pega un brinco en el asiento. “¡Joder, pero este tío de dónde ha salido!”
– “Soy José Manuel Soria, ministro de Industria. El canario, hemos coincidido alguna vez”.
– “Sí, sí, usted perdone. Menos mal que no lleva bigote. ¡Me había parecido Aznar!”
– Don Felipe se baja del coche y susurra a sus acompañantes: “Ya saben. Todo lo que ha pasado aquí es secreto de Estado. Y, president, no me fastidie, guarde el mapa, que está todo el día dale que te pego con la hoja de ruta”.