Salve, Peter Jackson

A pesar de los cambios del guión con respecto a las novelas, siempre controvertidos, o de algunos recursos cinematográficos utilizados hasta el hartazgo, como sus deus ex-machina insertados cada 20 minutos de metraje,

Peter Jackson ha hecho realidad el sueño de su infancia, que es el sueño que muchos hemos acariciado a la salida de un cine cuando teníamos 10 años, o que ya de más mayorcitos rumiábamos durante una larga noche en vela para ver la ceremonia de los Óscar.

Para los cinéfilos, para los que amamos el cine sobre toda las cosas, Hollywood será siempre Hollywood, y la magia que desprende, incluso lo sórdido que se cuece entre bambalinas, es ya parte ineludible no sólo de nuestro tejido celular sino de la Historia con mayúsculas.

Peter Jackson, el atrevido joven que nos asqueó con sus inicios gore, el brillante pseudo-documentalista que nos hizo creernos que el cine nació en Nueva Zelanda, fue poco a poco haciéndose un nombre con “Agárrame esos fantasmas” y “Criaturas celestiales”. Pero su estrella del Paseo de la Fama quedará ya indisolublemente unida a su monumental adaptación de las obras de  J.R.R.Tolkien, que ahora termina con la parte final de El Hobbit.

Nadie daba un duro por esta adaptación hasta que llegaron los piratas de Hollywood, Bob y Harvey Weinstein, y desembolsaron la madre de todas las millonadas. El Señor de los Anillos tomaba cuerpo.

A pesar de los cambios del guión con respecto a las novelas, siempre controvertidos, o de algunos recursos cinematográficos utilizados hasta el hartazgo, como sus deus ex-machina insertados cada 20 minutos de metraje, creo el esfuerzo que Jackson ha llevado a cabo durante 15 años es digno no sólo de consignarse en las calles de la Ciudad de Los Ángeles por intermediación de una estrella en su asfalto, sino de lucir honrosamente junto a los Trabajos de Hércules.

El día 17 estaré ahí para ver el final del viaje. Como no podía ser de otra manera. Salve Peter Jackson y mueran los puristas.