Un premio para Fidel Castro
La gran trampa del comunismo es su permanente mentira que acaba por resultar atractiva a las personas ignorantes, rencorosas y desesperadas.
La gran trampa del comunismo es su permanente mentira que acaba por resultar atractiva a las personas ignorantes, rencorosas y desesperadas.
Fidel Castro recibe un premio y me parece normal. No porque lo reciba de de la República Popular de China, su aliado en el comunismo, sino porque es un premio por sus acciones en favor de la paz, ya que, reconoce la organización, ha aportado mucho en la resolución de conflictos.
Efectivamente: de la misma manera que hay paces y paces -aquí en España algunos celebran como paz que ETA haya logrado el poder después de tanto matar-, también hay formas y formas de resolver conflictos. Una de ellas puede ser la negociación, el acuerdo y la democracia. Y otra puede ser el exterminio del adversario, cosa que se les da muy bien a ciertas ideologías que, por endiosar al Estado, acaban por considerar despreciables a las personas que no resultan obedientes al poder.
El premio Confucio a la Paz ha sido otorgado al tirano. No se que pensará el pobre pensador chino fallecido cinco siglos antes de Cristo, porque sus ideales filosóficos perseguían la buena conducta de vida, el estudio, la meditación, el respeto a las tradiciones y las formas de buen gobierno, entendiendo que la gestión pública debe basarse en la caridad, la justicia y el amor al prójimo.
La gran trampa del comunismo es su permanente mentira que acaba por resultar atractiva a las personas ignorantes, rencorosas y desesperadas. Por eso no extraña que al final algunos sigan creyendo que Podemos es el camino de la regeneración y que Fidel Castro merece un premio por sus acciones en favor de la paz.