El curioso caso de ‘Je suis Charlie’

Resulta como poco curioso. Y es curioso porque empleamos la palabra libertad con una banalización que olvidamos su significado más puro.

“Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada” José Luis Sampedro.

Viva la libertad de expresión. Bendita libertad de formación, divulgación, información, prensa e imprenta; por ello esta semana hemos oído a los políticos de todas las tendencias ideológicas hacer un alegato por la libertad de expresión en los medios de comunicación, en las redes sociales y en las calles de París entonando un ‘Je suis Charlie’. El curioso caso de ‘Je suis Charlie’.

Resulta llamativo como los mismos que imponen la “ley mordaza” entonan un emotivo discurso por la libertad de expresión, como los mismos que dicen proteger la libertad de expresión son los primeros que cambian los directivos de Televisión Española cuando llegan al gobierno, como los mismos que hablan de libertad de expresión infravaloran a aquel que escribe la antítesis a sus ideas, como los mismos que claman a los cuatro vientos la libertad de expresión igual cambiarían de idea si una sátira sobre su familia inundará los periódicos. Como los mismos que idolatran la libertad de expresión descuidan la responsabilidad que conlleva esa bendita libertad de expresión.

Resulta como poco curioso. Y es curioso porque empleamos la palabra libertad con una banalización que olvidamos su significado más puro. Es más, olvidamos que la libertad se establece cuando previamente tenemos límites. La discusión introspectiva de cada uno será establecer si debe haber o no límites y si es así, cuáles deben ser.