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Pura Vida

Movidos por esa humildad que nada busca, pero que a la vez lo encuentra todo, fueron a buscar a Iñaki a la montaña. No consiguieron salvarle. Su cuerpo, a petición de la familia, sigue disfrutando a 7.400 metros de altitud.

Opinión

Movidos por esa humildad que nada busca, pero que a la vez lo encuentra todo, fueron a buscar a Iñaki a la montaña. No consiguieron salvarle. Su cuerpo, a petición de la familia, sigue disfrutando a 7.400 metros de altitud.

El monte es pura vida incluso cuando mata.

Iñaki Ochoa de Olza (1967-2008) intenta escalar el Annapurna. Cuando alcanza los 7.400 metros se da cuenta de que no puede seguir subiendo. Allí, refugiado en una tienda de campaña, con la piel granate y el cerebro enloquecido por el frío, espera un rescate imposible. La montaña le quita la vida poco a poco.

El rumano Horia Colibasanu, el suizo Ueli Steck, o el kazajo Denis Urubko, son algunos de los que intentaron ascender en las peores condiciones hasta el campamento base que refugiaba a Iñaki. En una de sus últimas entrevistas antes de emprender el que sería su último viaje, Ochoa de Olza dijo: “El alpinismo es ser libre. Estar ahí arriba se reduce a cosas muy simples y, por eso, me gusta”.

Movidos por esa humildad que nada busca, pero que a la vez lo encuentra todo, fueron a buscar a Iñaki a la montaña. No consiguieron salvarle. Su cuerpo, a petición de la familia, sigue disfrutando a 7.400 metros de altitud. Sigue disfrutando porque Iñaki quería alejarse del ruido. Según solía contar, “la televisión, el sillón, y la sociedad occidental enturbian la relación del ser humano con la naturaleza”.

Kevin Jorgeson y Tommy Caldwell han escalado en dos semanas una pared de 900 metros. Buscaban todo, buscaban nada… Querían ser pura vida.