La no vuelta al cole
Los supervivientes de Peshawar no podrán resetear sus mentes. Siempre recordarán ese maldito día en el que unos desalmados los convirtieron en objetivo de sus Kalashnikov.
Los supervivientes de Peshawar no podrán resetear sus mentes. Siempre recordarán ese maldito día en el que unos desalmados los convirtieron en objetivo de sus Kalashnikov.
Ni por asomo puedo imaginar lo que habrán vivido y sentido estos niños y adolescentes. Siempre serán conocidos como los supervivientes de la matanza de la escuela en Peshawar, donde los talibanes mataron a 132 niños.
Debe ser durísimo para unos padres tener que explicar lo inexplicable a sus hijos. Por qué un día sus compañeros de clase, de pupitre, fueron masacrados a quemarropa. Unos estarían disfrutando del recreo, otros asistiendo a clase de matemáticas, en una tutoría con el profesor o haciendo un examen. Inexplicable.
Pero la herida es profunda, no ha dejado de sangrar y tardará en cicatrizar en el corazón de estos pequeños. Todos los crímenes son execrables pero cuando el objetivo es acabar con la vida de indefensos niños esto ya clama al Cielo. No hay respuesta a cómo el ser humano puede caer en semejante degradación.
Estos niños han quedado marcados. Nunca podrán superar lo vivido. No era un juego de la Playstation, no. Era fuego real sobre futuros médicos, policías, deportistas o abogados que ya nunca llegarán a serlo.
Es imposible ponerse en la piel de esas criaturas. No hay nada que explicar. Los supervivientes de Peshawar no podrán resetear sus mentes. Siempre recordarán ese maldito día en el que unos desalmados los convirtieron en objetivo de sus Kalashnikov.
Los padres y amigos de los supervivientes van a tener que darlo todo para curar las heridas de metralla alojadas en el alma de estos jóvenes. Ahora tratan de reincorporarse como si nada hubiera pasado. Pero no, es la peor imaginable vuelta al cole. Por desgracia no regresan de vacaciones…
Ellos son los milagrosos supervivientes de la matanza de Peshawar. Chicos y chicas que jamás podrán pasar página. La crueldad humana en su máximo grado. A todos ellos, mi humilde homenaje y mis oraciones para que algún día podáis destruir las armas que otros empuñaron.
Un abrazo, valientes.