THE OBJECTIVE
Fernando Garcia Iglesias

Liberté

Matarnos uno a uno no es el objetivo de los islamistas. Su meta es bombardear los cimientos de nuestra sociedad hasta que el edificio caiga inerme y sobre sus escombros construir el imperio de sharia.

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Liberté

Matarnos uno a uno no es el objetivo de los islamistas. Su meta es bombardear los cimientos de nuestra sociedad hasta que el edificio caiga inerme y sobre sus escombros construir el imperio de sharia.

Se pararon los franceses y salieron en millones a las calles de París. Todavía estremecidos por una masacre que sacudió los corazones y nos arrojó de nuevo en la trinchera de esta guerra global contra el terror, todavía con las almas azogadas al ver las imágenes de los rastreros terroristas acribillando al policía en el suelo, con la mano alzada e indefenso, las gentes de París tomaron las calles para arropar a las víctimas, pero también para intentar reanimar una sociedad occidental en estado comatoso desde hace años.

Por las avenidas de la ciudad de la luz se entonó a gritos el ‘Je suis Charlie’, y a las pocas horas ya había algunos cobardes, cándidos atolondrados, que se desmarcaban del clamor, que ellos no son Charlie, que no hay necesidad de ofender, que el ‘Charlie Hebdo’ es el mal gusto impreso, que si habían publicado una orgía de la Trinidad Beatísima, que si insultaron sin pudor que ahora se atengan a las consecuencias. Es la libertad, idiotas. Es la defensa no solo del que opina como nosotros, sino del que sostiene lo diametralmente opuesto. Defender incluso el derecho a que nos ofendan en nuestras más íntimas creencias, vengan estas del islam, del cristianismo, del budismo o de unicornios rosas saltando arcoiris.

Es la defensa, al fin y a la postre, de una serie de valores que han ido esculpiendo la sociedad occidental desde Grecia y Roma. Matarnos uno a uno no es el objetivo de los islamistas. Su meta es bombardear los cimientos de nuestra sociedad hasta que el edificio caiga inerme y sobre sus escombros construir el imperio de sharia. Es responsabilidad de todos fortalecer esos valores y acabar con el venenoso relativismo cultural que nos ha hecho débiles, proclamando que todo vale lo mismo, intentado equiparar el tamtan de una tribu en Zimbabwe a la Novena Sinfonía de Beethoven. Vivir en una sociedad libre es objetivamente mejor que vivir bajo el peso del islam. En esta guerra, esto es lo que se debe defender. Porque sí, hay una guerra, y sí, ya conocemos al enemigo.

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