Gracias Nisman
Se ha puesto de moda como eslogan ser otro. Unos son Charlie. Ahora en Argentina el personal es Nisman. No son casos equiparables. Yo soy yo, y bastante tengo con soportarme y convivir conmigo mismo para ser otro.
Se ha puesto de moda como eslogan ser otro. Unos son Charlie. Ahora en Argentina el personal es Nisman. No son casos equiparables. Yo soy yo, y bastante tengo con soportarme y convivir conmigo mismo para ser otro.
Se ha puesto de moda como eslogan ser otro. Unos son Charlie. Ahora en Argentina el personal es Nisman. No son casos equiparables. Yo soy yo, y bastante tengo con soportarme y convivir conmigo mismo para ser otro. Con ser Melchor voy sobrado de trabajo cada día. Pero la imagen de Rodrigo Abd, en la que predomina un rostro indignado de quien sujeta el letrero de “Yo soy Nisman” observo también que otros prefieren decirle basta a Cristina Kirchner o darle las gracias al fiscal ya fallecido. Me quedo con estas. Sobre todo con quienes le dan las gracias a Nisman por su hercúleo trabajo en la búsqueda de la verdad.
Nisman apareció muerto horas antes de prestar declaración en una caso de denuncia contra la presidenta sobre su más que sospechoso acuerdo con Irán en relación con el encubrimiento del atentado terrorista más grave ocurrido en Argentina. Cristina, esa mujer, tan repelente en términos morales y políticos, se apresuró a hablar de suicidio y no se la he escuchado una palabra de condolencia hacia la familia de Nisman.
Después de hablar con muchos colegas argentinos que conocen el asunto creo que todos los indicios se encaminan a descartar el suicidio. Coincido con mi admirado Jorge Lanata, que dijo a la prensa: “¿El tipo antes de declarar se mata? Vamos chicos…”. No creo que Nisman se suicidara. Llevaba diez años investigando y no parece verosímil que se quitara la vida horas antes de presentar el caso. Y todo apunta a que si hablamos de suicidio sería inducido. Pero parece más próximo a la realidad creer que estamos ante un asesinato del que pudieran ser responsables el Gobierno argentino, los servicios de inteligencia por su cuenta o los terroristas que le tenían amenazado.
En Argentina hay una larga tradición de suicidios inducidos para conseguir que desaparezcan testigos incómodos en investigaciones comprometidas para el Gobierno o los servicios militares y de inteligencia. Corresponde al Ejecutivo de la señora Kirchner despejar las dudas sobre el caso, pero me temo que no lo va a hacer. Tendremos que esperar años. Pero la verdad se conocerá, como siempre. Y probablemente será algún periodista quien al final sea capaz de poner sobre el tapete la verdad del enésimo asesinato político sucedido en Argentina. Como sucede en tantos otros lugares del planeta.