Una multa más que justificada
Lo ocurrido a este niño lo veo como una lección: enseñarle a un niño que tiene que cumplir la palabra que ha dado. Enseñarle que tiene que ser educado y responsable.
Lo ocurrido a este niño lo veo como una lección: enseñarle a un niño que tiene que cumplir la palabra que ha dado. Enseñarle que tiene que ser educado y responsable.
Pues, ¿qué quieren que les diga? Que me parece genial. Lo que exhibe este niño –a estas alturas de la jugada es difícil que no hayan leído las historia por ahí- es una multa. Una multa de 20 euros por no cumplir la palabra dada y asistir a una fiesta de cumpleaños.
Resulta que el chaval se había comprometido a ir a la fiesta de cumple de un compañero de clase, celebrada en una pista artificial de esquí, en la ciudad británica de Plymouth. Pero, al parecer, decidió a última hora no asistir y ni siquiera avisó, con lo que los padres del cumpleañero perdieron las 16 libras que costaba la reserva de entrada. Un dinero que ahora le reclaman.
Y quizá ustedes piensen, ¡qué feo! ¡Qué feo reclamar 16 míseras libras!
Yo lo veo al revés.
Yo lo veo como una lección: enseñarle a un niño que tiene que cumplir la palabra que ha dado. Enseñarle que, cuando uno se compromete, hay que seguir adelante con ese compromiso. Enseñarle que tiene que ser educado y responsable. Enseñarle también a ponerse en el lugar del otro chico: ¿cómo se sentiría si, de repente y sin avisar, nadie se presentara a su fiesta de cumpleaños?
Se llama crecer.
Por cierto, puestos, multaría también a los padres, por no educar a su hijo en algo tan fundamental como el respeto.