La realidad desborda la ficción
Habrá que sobrevolar sobre los incidentes concretos, por ominosos que sean. El antijudaísmo sigue muy activo en el mundo, ahora por parte de los islamistas llamados radicales, que se valen de la colaboración de otros elementos.
Habrá que sobrevolar sobre los incidentes concretos, por ominosos que sean. El antijudaísmo sigue muy activo en el mundo, ahora por parte de los islamistas llamados radicales, que se valen de la colaboración de otros elementos.
Se hicieron magníficas obras literarias y cinematográficas con la tragedia del capitán Alfred Dreyfus. Se harán con el torpe asesinato del fiscal Alberto Nisman. Detrás de las dos historias se encuentra la misma fuerza del antijudaísmo, mal llamado antisemitismo. Tanto Francia como Argentina se han beneficiado de una colonia de eminentes judíos. No han destacado solo en las finanzas sino en las profesiones intelectuales.
Al escribir este billete todavía no ha dimitido Cristina Fernández, la presidenta de Argentina. Ni siquiera se le ha desprendido el maquillaje. Resulta inverosímil que no haya tenido nada que ver en el asesinato del fiscal. No me vale el argumento de la famosa “presunción de inocencia”. Solo lo encuentro válido dentro del recinto de los juzgados. Fuera de ellos las opiniones son libres. Tengo el derecho a llevarme de mis intuiciones.
El dato es que el fiscal Nisman fue asesinado horas antes de ir a acusar a la señora Fernández en los sucesos de 1994, donde hubo centenares de víctimas judías. Se supone que detrás de ellos estaban los servicios secretos de Irán. Sería escandaloso que la locuaz presidenta de Argentina tuviera algo que ver con esa barbaridad, y que me perdonen los bárbaros.
No me tranquiliza mucho que, en lugar de un vulgar asesinato, lo hayan disfrazado de “suicidio inducido”. Sería peor. A la villanía, cobardía. Terrible eufemismo, ese de los “suicidios inducidos”.
Habrá que sobrevolar sobre los incidentes concretos, por ominosos que sean. El antijudaísmo sigue muy activo en el mundo, ahora por parte de los islamistas llamados radicales, que se valen de la colaboración de otros elementos. Se incluyen los Gobiernos, si preciso fuere.En el oscuro asunto de Buenos Aires veo que no se maneja la hipótesis del antijudaísmo sino cortinas de humo. No me convence.