Lepra: peste en el s. XXI
Hoy en día son solo treinta los que malviven en estas instalaciones en las que perece que no haya pasado el tiempo. Domingos López es uno de ellos. No tiene piernas y pasa casi todo el día postrado en una cama de madera de aspecto sucio
Hoy en día son solo treinta los que malviven en estas instalaciones en las que perece que no haya pasado el tiempo. Domingos López es uno de ellos. No tiene piernas y pasa casi todo el día postrado en una cama de madera de aspecto sucio
Según la OMS, en el último se detectaron 232.857 nuevos casos de lepra. Brasil es el segundo país del mundo en número de casos, después de la India. Hay más de 30.000 nuevos cada año y las cifras no mejoran. La gran bolsa de pobreza ha contribuido a que la lepra aún no haya desaparecido del país, pese a que el tratamiento es gratuito, al igual que su atención en los Centros de Salud.
Consigo entrar en la Colonia de Prata, situada en el estado de Pará al noreste de Brasil, haciéndome pasar por historiador, de otra hubiese sido imposible que los monjes cauchinos que regentan el lugar desde 1898 me hubiesen permitido acceder a su interior. De aspecto frio y siniestro, fue convertida en leprosario en 1924 y llegó a tener en años venideros hasta 1.000 enfermos entre sus muros. Hoy en día son solo treinta los que malviven en estas instalaciones en las que perece que no haya pasado el tiempo. Domingos López es uno de ellos. No tiene piernas y pasa casi todo el día postrado en una cama de madera de aspecto sucio, sobre un colchón de espuma y una sabanas raídas y amarillentas. Una silla de ruedas desvencijada y oxidada por el paso del tiempo lo transporta hasta la ducha una vez por semana. Para sus necesidades dispone de una cuña de plástico maloliente que esconde bajo su catre. No es el único caso demencial. En otra habitación contigua, una mujer de apenas 30 años pasa aquí sus horas muertas. No se comunica, sólo emite sonidos guturales. Al parecer su madre murió de lepra años atrás y al no tener familia quedó confinada en el hospicio. Los residentes aquí, únicamente disponen de camas para dormir y comida. Nadie se ocupa de sus actividades.
La impresión es la de estar en un lugar de transito entre la vida y la muerte. La lepra se remonta a la Biblia, dónde era vivida como un castigo de Dios. XXI siglos después, el gobierno de Dilma Rousseff tendrá que esforzarse en invertir mucho más en campañas de prevención si quiere erradicar la enfermedad del Brasil.