El último héroe en política
Independiente de que ciertos aspectos de su gestión pudieran ser o no criticables, tanto seguidores como detractores coinciden en que el expresidente y ahora senador Pepe Mújica es un político fuera de los clichés del modelo convencional
Independiente de que ciertos aspectos de su gestión pudieran ser o no criticables, tanto seguidores como detractores coinciden en que el expresidente y ahora senador Pepe Mújica es un político fuera de los clichés del modelo convencional
Hace unos días se producía la ceremonia de investidura de Tabaré Vázquez como 41º Presidente de la República Uruguaya a manos del hasta ese momento presidente, José Alberto Mújica. La foto era la misma que hacía cinco años, aunque sobre los protagonistas recaían los papeles opuestos. En esta ocasión, justo al contrario de lo que suele ser habitual en una ceremonia de investidura de este tipo, la mayor parte de los focos no estaban puestos sobre el nuevo presidente, sino que lo estaban sobre el presidente saliente, Pepe Mújica.
Desde el punto de vista político, Frente Amplio (FA) alcanza su tercera legislatura de gobierno, después del primer gobierno de Tabaré Vázquez (2005-2010) y el recién concluido de Pepe Mújica (2010-2015), los cuales han seguido una línea continuista que ha llevado al país uruguayo a un claro proceso de transformación social. La economía del país vive una época de clara expansión que ha permitido que desde el año 2005 el PIB per cápita se haya casi triplicado (+8.119 €) y la deuda se haya reducido sustancialmente (-24,4 puntos respecto al PIB). Así, el nuevo gobierno de Tabaré Vázquez, su segundo gobierno propio y el tercero de FA, recibe el país con una economía saneada con unos niveles medios de crecimiento anual del 3% y un desempleo por debajo del 7%. El perfil izquierdista de los gobiernos de FA ha permitido además incrementar desde el año 2005 el peso de la educación y la sanidad (+1,8 puntos respecto al PIB) y reducir, aunque ligeramente, el de defensa (-0,21 puntos respecto al PIB).
Por encima de la macrogestión económica del país, el reconocimiento político y social del recién concluido gobierno de Mújica es casi unánime. Entre otras medidas planteó como retos la lucha contra la pobreza y la miseria, junto a una apertura política del país con la adopción de medidas como la acogida de un contingente de familias de refugiados sirios, el asilo de seis presos de Guantánamo o el intento (frustrado) de mediación en la resolución del conflicto entre el gobierno colombiano y las FARC. El claro perfil izquierdista de Mújica ha convertido a Uruguay en el país más progresista de Latinoamérica con leyes como la legalización del aborto, el matrimonio homosexual o la regulación del mercado de cannabis.
Pero más allá de la gestión de su gobierno, está su propia figura. Su pasado como guerrillero y preso, su forma de entender la política y la vida, su acercamiento a todos los países, algunos exabruptos y varios discursos filosóficos para la posteridad le han valido el reconocimiento internacional, convirtiéndolo en uno de los políticos más populares de América Latina y del mundo. Independiente de que ciertos aspectos de su gestión pudieran ser o no criticables, tanto seguidores como detractores coinciden en que el expresidente y ahora senador Pepe Mújica es un político fuera de los clichés del modelo convencional, cuya forma de hacer política ha sido siempre congruente con su modo de vivir y ver la vida.
El fin del gobierno de Pepe Mújica supone la salida del “último héroe en política”, tal y como lo ha definido el director de cine serbio Emir Kusturica, el cual ya está en fase de producción de un documental sobre la vida del expresidente uruguayo.