Rusia con temor
Rusia tendría que ser una democracia para poder ingresar en la Unión Europea. Sería la definitiva paz europea después de siglos de guerras, que ahora podrían considerarse intestinas.
Rusia tendría que ser una democracia para poder ingresar en la Unión Europea. Sería la definitiva paz europea después de siglos de guerras, que ahora podrían considerarse intestinas.
La democracia se define de la manera más simple como el procedimiento para la sucesión pacífica en el poder mediante elecciones regulares. Es, pues, una cuestión de grado. Uno menor es que no haya violencia en el proceso electoral. El mínimo es que se encarcelen o se asesinen a los opositores. Parece evidente que, con tales condiciones, Rusia no es una democracia.
Los españoles sabemos algo de esto. En nuestra historia parlamentaria de hace un siglo hubo casos de asesinatos de los jefes políticos. En el mundo entero encontramos ilustraciones por docenas. La de la Rusia actual nos preocupa grandemente a los europeos occidentales. La razón es geopolítica: Rusia tendría que ser una democracia para poder ingresar en la Unión Europea. Sería la definitiva “paz europea” después de siglos de guerras, que ahora podrían considerarse intestinas.
Los magnicidios también han ocurrido a veces en algunas democracias consolidadas, como el de J.F. Kennedy en los Estados Unidos. Pero en ese caso las instituciones funcionaron como debían para recomponer la continuidad. Cabe la esperanza de que en Rusia suceda ahora algo parecido. Pero el dato es que se trata de un país sin tradición democrática verdadera. Presenta aspectos de “tercer mundo”, aunque se trata de una gran potencia industrial y militar con una notable acumulación cultural. Por eso mismo, su situación política nos toca de lleno al resto de los europeos.
En Rusia se está reorganizando un sistema autoritario o, por lo menos, una democracia sui géneris con ciertos elementos autocráticos. No es menor el liderazgo personalista de Putin, con el viejo sueño de reconstituir el imperio zarista. Los nacionalismos suelen ser irredentistas. La primera víctima ha sido Ucrania. Crimea vuelve a ser rusa. Rusia necesita bases navales en el mediterráneo, donde la VI flota norteamericana se enseñorea. De nuevo la Guerra Fría se calienta.