Delenda est Carthago
Túnez empezó con éxito la primavera árabe, es decir, la moderada transición hacia regímenes no fundamentalistas. Para los terroristas todo eso es traición a la esencia coránica.
Túnez empezó con éxito la primavera árabe, es decir, la moderada transición hacia regímenes no fundamentalistas. Para los terroristas todo eso es traición a la esencia coránica.
Con estas palabras de arenga solía concluir sus discursos Catón el Viejo en el Senado romano. “Cartago debe ser destruido”. El mandato se cumplió. Los herederos de los cartagineses son hoy los tunecinos. El atentado terrorista de Túnez es el último episodio de la III Guerra Mundial no declarada. Presenta algunas peculiaridades dignas de mención. La matanza contra los visitantes de un museo supone una macabra novedad.
La industria turística se vino abajo en Israel y Egipto por mor del terrorismo. Ahora le toca a Túnez, que no cuenta con muchos rubros de exportación. ¿Serán tan obtusos los terroristas islámicos en tirar piedras contra su propio tejado? Pues sí. Lo han demostrado muchas veces, pues el terrorismo alcanza también a las facciones contrarias dentro del mundo musulmán. En este caso se añade que Túnez empezó con éxito la “primavera árabe”, es decir, la moderada transición hacia regímenes no fundamentalistas, no militares, no feudales. Para los terroristas todo eso es traición a la esencia coránica. Los apóstatas han de ser eliminados.
Los recientes atentados contra los periodistas parisinos despertaron un clamor general en Occidente. Muchos jefes de Gobierno y y otros altos dignatarios se juntaron del bracete en París para honrar a las víctimas. Nada de eso se ha producido en Túnez. Quizá se están rutinizando los atentados. O puede también que los muertos de Túnez sean “de tercera”.
La masacre tunecina demuestra la falsedad de la tesis dominante del terrorista como “lobo solitario”. La metáfora parece desafortunada, pues los lobos atacan en manada. Pero está claro que los terroristas “por la libre”· son parte de un diseño estratégico de más altos vuelos.
El error de la “lucha contra el terrorismo” es depositarla en los Ministerios de Interior. Son los Ministerios de Defensa coaligados quienes deben organizar la guerra antiterrorista.