Cantos de inocencia
Después de haber leído muchos cuentos, este lector no entiende la actitud de los individuos que postulan un único modelo como lo único aceptable.
Después de haber leído muchos cuentos, este lector no entiende la actitud de los individuos que postulan un único modelo como lo único aceptable.
Cuando era niño sabía que en el mes de noviembre, el día quince, llegaría a mi casa un paquete con un tomo de Walt Disney envuelto en papel de regalo. Mi padrino había decidido regalarme cada año por mi santo un volumen de literatura infantil a todo color. Suele decir la gente que cambiamos las vivencias del pasado a nuestro antojo y creo que mi tío Geno tuvo su parte de culpa al convertirme en coleccionista de libros. Gracias a estos envíos regulares entré en la vida de Pinocho, Blancanieves y Peter Pan.
Uno de aquellos años tuve en las manos el cuento de 101 dálmatas. No recuerdo bien la historia pero al ver la disneyana imagen en “theobjective” de la mujer que fumaba cigarrillos desde una boquilla alargada me vino a la cabeza el miedo que inspiraba Cruella en los cachorritos. El mismo miedo con que el niño inocente leía y miraba a ratos las viñetas inventando sobre la marcha los acontecimientos de una trama que no tenía pinta de acabar bien.
Ayer ese niño ignoraba la maldad y los intereses de los adultos. Después de haber leído muchos cuentos, este lector no entiende la actitud de los individuos que postulan un solo modelo como lo único aceptable. A ver por qué un adolescente va a entender mejor una película de Disney en la que nadie fuma frente a una en la que caben los fumadores, los bebedores o los adictos. La agencia americana se ha propuesto eliminar a los fumadores de las películas para los menores de trece años a partir de ahora.
Pensando bien, Disney quiere proteger la salud y la inocencia de sus espectadores negando el hecho evidente de que hay fumadores. Pensando de otra manera, la verdad tiene más de una cara.