El Señor de Atrás

Veo la foto de The Objective y, como me pasa con frecuencia, me fijo en el señor de atrás. Muy serio, con barba. No sé quién es ni qué papel juega en este asunto. Pero no es un cualquiera. Está sentado en un lugar preferente.

En Perú, el Congreso ha destituido al Consejo de Ministros, por denuncias de espionaje a políticos y periodistas. La presidenta y los 18 Ministros, a la calle. No queda nadie.

Veo la foto de The Objective y, como me pasa con frecuencia, me fijo en el señor de atrás. Muy serio, con barba. No sé quién es ni qué papel juega en este asunto. Pero no es un cualquiera. Está sentado en un lugar preferente.

Como estoy de vacaciones, se me va la imaginación y pienso que quizá es el denunciante, o el que aspira a que le nombren primer ministro, o el padre de la presidenta del Congreso, que ha venido a ver de cerca qué tal lo hace su hija en un momento tan delicado.

Luego pienso que el asunto es serio. Imaginemos lo que pasaría en España si las denuncias por espionaje y varios siguieran adelante. También quedaría poca gente.

Quizá aquí no tenemos un señor de barba que controle que las cosas se hacen decentemente y esté dispuesto a echar a todos los que haga falta echar.

Parece que la selección de balonmano de Qatar contrató animadores españoles para que gritaran a su favor en los partidos.

Pues en este caso, lo mismo. A este señor le podríamos hacer un contrato con un fijo que le diera para vivir normalmente -no parece un hombre de muchos caprichos y muchos lujos- y un variable en función de los resultados. No sé cuánto cobraría por el trabajo. No haría falta que fuera español, dado el precedente de los animadores de Qatar.

Al cabo de poco tiempo, trabajando duro, podría volver a su país con una buena jubilación.

Y se haría famoso y seguro que conseguiría algún contrato más por el mundo.