Andreas
Llevo una semana de locos atendiendo a medios. Como periodista, escritor, incluso como alpinista, nunca antes me había visto inmerso en un tema de tamaña magnitud psicológica y moral.
Llevo una semana de locos atendiendo a medios. Como periodista, escritor, incluso como alpinista, nunca antes me había visto inmerso en un tema de tamaña magnitud psicológica y moral.
Llevo una semana de locos atendiendo a medios. Como periodista, escritor, incluso como alpinista, nunca antes me había visto inmerso en un tema de tamaña magnitud psicológica y moral. Considero interesante a nivel informativo comentar detalles sobre la orografía del terreno, las cumbres y el entorno que rodea al punto de impacto donde se estrelló el A320 de Germanwings, lo que me sobrepasa son las llamadas recibidas para comentar aspectos sobre la vida de Andreas, el copiloto, a quien conocí hace un año y medio aproximadamente, al volar con él mientras escribía dos guías de viajes y montaña.
Me he criado en parte a caballo entre los Alpes (desde Francia hasta Slovenia) y los Pirineos, conozco muy bien el macizo de los tres obispos, las cumbres de la Alta Provenza y los Alpes marítimos, con sus rocas calcáreas de gran belleza, donde muchos escaladores disfrutamos superando retos. Cumbres convertidas ahora en un monumentos fúnebre al horror. Un horror, que ya tiene nombre y apellidos, a falta de una investigación concluyente.
Todo el mundo reconoce en Andreas, el copiloto, como el responsable psicópata de dicha atrocidad. Cuando le conocí me pareció un joven risueño, que despedía desde la puerta del avión, junto al finger, a los pasajeros, de un modo amable y desenfadado. Alguien que corría medias maratones, carreras por montaña y que conocía muy bien los Alpes. Alguien que había pasado largas estancias en Sisteron, a 35km del lugar de impacto. A la espera de encontrar la segunda caja negra, y a la espera de (como dicen muchos pilotos consultados) analizar detalles de vital importancia para la investigación en curso, voy a situarme a varios metros de distancia, esperando.
La precipitación y la necesidad de encontrar titulares, no ayuda ni a encontrar la verdad, ni a calmar la dolida alma de las familias afectadas.