Los relatos que vestimos
Lo que realmente sabemos de las modas es que regresan. De aquí a un futuro no muy lejano, ¿ocurrirá algún cambio significativo en materia de indumentaria? Quizás.
Lo que realmente sabemos de las modas es que regresan. De aquí a un futuro no muy lejano, ¿ocurrirá algún cambio significativo en materia de indumentaria? Quizás.
Lo que realmente sabemos de las modas es que regresan. De aquí a un futuro no muy lejano, ¿ocurrirá algún cambio significativo en materia de indumentaria? Quizás. Actualmente la moda va acompañada, tal vez como en ningún otro momento de la historia, de una gran cantidad de textos. No solamente importa qué se lleva puesto – aunque tal vez eso ya no importe tanto-, sino las fotografías que se han tomado, con quiénes y qué tan felices se veían, y en qué redes sociales aparecieron y qué repercusión tuvo ese relato…
Cada estilo caracterizó una época: podemos aventurarnos a encontrar una fina relación entre los diseños de cada periodo y sus valores y maneras. Entre el espectáculo de los cuellos y faldas victorianas y una revolución industrial que posibilitó aquellas hazañas textiles. Entre la exótica moda art decó y la necesidad eufórica de olvidar el aburrido horror de la guerra. La lista de ejemplos sería larga antes de llegar a la globalización.
Hoy día la moda es como wikepedia: de dudosa confección, quizá, pero allí está todo. El negro, el blanco, el rojo, los tejidos, los encajes, el denim, la seda, los escotes, el cuero, las corbatas, la barba y el carré. Nuestras tecnologías de última generación, exactos y pulcros circuitos táctiles, se revisten de filtros e interfaces vintage. Instagram es una morigerada máquina del tiempo. Regresamos al pasado una y otra vez, no mediante una memoria histórica y racional, sino por medio de pequeños vestigios, en busca de sentidos que nos digan quién somos. La nuestra es una época de fugaces y continuas evocaciones, como esas tardes luminosas, cuando cambian las estaciones, y no es ya invierno pero tampoco se ha instalado la primavera aún, y entonces el pasado es un perfume repentino, la ilusión frágil de haber vivido.