No me llames fotógrafo de guerra
Forman parte de la tribu de corresponsales, fotoperiodistas, fotógrafos, personas que se juegan el pellejo para ser nuestros ojos y dicen que no se consideran gente especial.
Forman parte de la tribu de corresponsales, fotoperiodistas, fotógrafos, personas que se juegan el pellejo para ser nuestros ojos y dicen que no se consideran gente especial.
Muchos de los mejores en el oficio detestan este apelativo. Gervasio Sánchez: “no me considero como tal por respeto a mis compañeros muertos cuando hacían periodismo puro, alejados de la basura de los intereses económicos y políticos”. Forman parte de la tribu de corresponsales, fotoperiodistas, fotógrafos, personas que se juegan el pellejo para ser nuestros ojos y dicen que no se consideran gente especial.
Hombre, especial tienes que ser para que en medio de tanta mierda de guerra encuentres instantes que no buscas pero que están, y tú también estás. Instantáneas que pulverizan cualquier texto. Por mucho que digamos los plumillas conseguir una imagen como ésta es tener entre las manos una película de principio a fin, un libro, una fe de vida, quizá hasta un símbolo. Donde otros no ven nada hay fotos que significan algo más que una biblia, una bandera… Fotón. Te puedes quedar minutos mirándola y preguntándote por qué una niña siria levanta sus brazos al confundir tu Nikon con una glock semiautomática. Con 4 años. Tu dedo, Nadia AbuShaban, ha sido más rápido esta vez que la bala de esa glock que Adi seguro habrá visto en numerosas ocasiones a lo largo de su huida a tierras turcas.
A pesar de que Gervasio dice que los corresponsales de guerra no son gente especial hay que tener algo para ser capaz de sacrificar tu vida aunque no lo busques. De enseñar lo que nadie quiere ver, donde nadie quiere trabajar y prestar más atención a tu visor que a tu propia supervivencia.
Otro de los grandes, Julio Alonso, dijo una vez que es un oficio que tiene que desarrollarse con un compromiso. Este compromiso lo demuestran una y otra vez gente como Javier Espinosa o Ricardo García, los últimos damnificados del ISIS. O como Marc Marginedas, Olga Rodríguez, Manu Brabo, Rafael Moreno… y un sinfín. Otros como mi querido Couso (tenemos un café pendiente), James Foley o Peter Kassis que les obligaron a “quedarse” por aquellas tierras y que nos recuerdan que todavía hay conflictos que debemos contar. Por compromiso, sí, y por obligación.
(Recomendación de la semana: Buscad el documental que se titula como esta columna).