El negocio de Santos
Si el negocio de Santos es acabar con el conflicto, podremos aplaudirlo, aunque hoy recibe los abucheos que Uribe le manda a dar, en una difícil carrera de largo aliento, pero que tendrá que llegar a su final.
Si el negocio de Santos es acabar con el conflicto, podremos aplaudirlo, aunque hoy recibe los abucheos que Uribe le manda a dar, en una difícil carrera de largo aliento, pero que tendrá que llegar a su final.
La guerra civil colombiana vive un nuevo capítulo. Cercanos a una negociación que ha llevado años en concretarse, son muchos los actores que juegan para lograr pacificar el único territorio americano que aún hoy vive una lucha armada por profundas diferencias históricas de origen ideológico, pero también son muchos los actores que han hecho de la guerra un negocio altamente rentable y que apuestan por profundizar el conflicto, cueste lo que cueste.
La lucha entre los antiguos aliados Santos-Uribe, es el reflejo de una pugna económica por el control de Colombia, y la resolución de la guerra civil no es ajena a ella. Uribe representa a sectores guerreristas que ven en el conflicto activo la posibilidad de tener condiciones lo suficientemente anarquizantes para superponerse a cualquier Estado de Derecho; Santos, que juega al muchacho bueno, avanza en unas negociaciones que encuentra obstáculos a conveniencia para hacer de la negociación un proceso cómplice de una política que pretende sacar del juego a los de Uribe, pero es más fácil fallar en el camino de Santos que en el de Uribe.
En el medio, sectores armados venidos a menos, que buscan una salida que evite años de prisión y garantice vida política activa, y por otra parte, un pueblo desangrado, que en el centro de la confusión, a veces prefiere más sangre para lavar la sangre derramada, por lo que termina abucheando el único esfuerzo que hoy, mal o bien, se realiza para evitar que el río vuelva a ser caudaloso e indetenible.
Si el negocio de Santos es acabar con el conflicto, podremos aplaudirlo, aunque hoy recibe los abucheos que Uribe le manda a dar, en una difícil carrera de largo aliento, pero que tendrá que llegar a su final.