La crisis del "Yo soy..."
Más allá de todo lo que se genera por obra y gracia de los medios de comunicación, cuyo contenido es viralizado a través de las redes sociales, se encuentra el que mañana todo volverá a la calma, como si nada hubiese sucedido.
Más allá de todo lo que se genera por obra y gracia de los medios de comunicación, cuyo contenido es viralizado a través de las redes sociales, se encuentra el que mañana todo volverá a la calma, como si nada hubiese sucedido.
Hay tanto sobre lo que escribir. El acontecimiento de Barcelona, las noticias que se generan por los casos de corrupción, la masacre de cristianos en medio oriente, la muerte injustificada de inocentes en África, Afganistán, Irak (y la lista se hace interminable), el ataque a un convoy de ayuda humanitaria, la apertura democrática de Cuba. Sobre todo esto se puede redactar tanta información mientras lo veo y lo reflexiono en la comodidad de mi habitación. Además, a continuación, saldrán los hashtag “Yo soy…” tratando de calmar nuestra conciencia frente a todo lo que sucede.
Pero sigo pensando que el problema no es nuestra identificación momentánea con una causa. Más aún, creo que más allá de todo lo que se genera por obra y gracia de los medios de comunicación, cuyo contenido es viralizado a través de las redes sociales, se encuentra el que mañana todo volverá a la calma, como si nada hubiese sucedido. Mañana o cuando la expansión mediática llegue a su límite.
Otros serán los que tengan la culpa, le pediremos a los gobiernos que actúen, y poco a poco iremos evitando una respuesta comprometida ante todo lo que sucede. Después de todo, tampoco es que nos interesa mucho el que unos cuantos decidan tomar la justicia por sus manos en países llamados tercermundistas o el que muchos niños tengan por horizonte la guerra y la pérdida de sus personas amadas.
Sí, podemos asumir una causa, la que sea. Pero, ¿acaso nos compromete a dar una voz a todos aquellos de los que hablamos cuando decimos “Yo soy…”? Más aún, me pregunto, ¿estamos dispuestos a abandonar nuestra zona de comodidad por todos aquellos cuya comodidad es el horizonte de la muerte?
Quisiera dar una respuesta afortunada. Pero quizás lo mejor que puedo hacer es comprender que vivir con menos significa que otros pueden vivir con dignidad.