Más que en el Titanic
En este caso los pasajeros del paquebote no es que fueran de tercera sino negros, no blancos. Por tanto, no habrá películas ni obras literarias glorificando la tragedia. Tampoco veremos manifestaciones de los jefes de Gobierno del bracete. Es más, el triste episodio del naufragio volverá a repetirse cualquier día.
En este caso los pasajeros del paquebote no es que fueran de tercera sino negros, no blancos. Por tanto, no habrá películas ni obras literarias glorificando la tragedia. Tampoco veremos manifestaciones de los jefes de Gobierno del bracete. Es más, el triste episodio del naufragio volverá a repetirse cualquier día.
Después de más de un siglo, en aguas de Lampedusa se han contado más náufragos que en el Titanic. En este caso los pasajeros del paquebote no es que fueran “de tercera” sino negros, no blancos. Por tanto, no habrá películas ni obras literarias glorificando la tragedia. Tampoco veremos manifestaciones de los jefes de Gobierno del bracete. Es más, el triste episodio del naufragio volverá a repetirse cualquier día.
Los europeos descubrieron la libertad de los mares y de movilidad espacial de las personas. Pero pronto dieron marcha atrás y dictaron la norma de las “aguas territoriales” y las “fronteras”. Se alzaron vallas y barreras, pasaportes y visados, cuotas inmigratorias y centros de acogida. Aparecieron los “sin papeles” por millones de personas refugiadas, desplazadas. Prefieren ser mendigos o delincuentes en Europa que seguir en su tierra de nación. Allí son perseguidos por los cuatro jinetes del Apocalipsis: el hambre, la guerra, la enfermedad y la muerte.
Las decisiones políticas en Europa se suelen tomar después de reunirse a mesa y mantel los jefes de Gobierno y ministros correspondientes. En el caso de la pacífica invasión de africanos y asiáticos a través del Mediterráneo, el acuerdo ha sido… ninguno. Unos proponen hundir los paquebotes (se supone que sin pasajeros), otros invadir las costas africanas del Mediterráneo, los más imaginativos dar dinero a las llamadas mafias. Es inútil, no se pueden poner puertas al mar. De nada servirá la flotilla europea de patrulleras, ni las vallas electrificadas, ni los sobornos a los reyezuelos de la Cirenaica y tierras colindantes.
¿Entonces qué proponer usted? Muy sencillo: volver al principio de la libertad de los mares y la libre movilidad de las personas. Bajaría un tanto el nivel de vida de los europeos, pero se reduciría el nivel de muerte de la humanidad.