¿Una España ingobernable?
A un mes de las elecciones autonómicas y municipales es poco probable que vayan a darse mayorías suficientes para que la gobernabilidad sea viable.
A un mes de las elecciones autonómicas y municipales es poco probable que vayan a darse mayorías suficientes para que la gobernabilidad sea viable.
A un mes de las elecciones autonómicas y municipales es poco probable que vayan a darse mayorías suficientes para que la gobernabilidad sea viable. Un anticipo de lo que puede pasar es Andalucía, donde Susana Díaz se las está viendo y deseando para poder formar gobierno. Las nuevas formaciones políticas que han irrumpido en España son conscientes de que, con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, no deben “contaminarse” en el nuevo entorno de ejemplaridad y transparencia que imponen las circunstancias.
Esta tesitura hace que escenarios como el andaluz sean susceptibles de repetirse. El papel de los nuevos partidos, gracias a su rápido ascenso, es similar al que jugaron las minorías nacionalistas en legislaturas anteriores donde el PSOE y PP tuvieron que apoyarse en ellas. En esta ocasión se va a poner a prueba no sólo la gobernabilidad de estos mini estados, sino el propio funcionamiento del sistema democrático. ¿Serán capaces de ponerse de acuerdo – hacer concesiones – para formar gobierno? ¿O por el contrario será necesario repetir las elecciones?
Existe otra alternativa a la celebración de nuevos comicios: La formación de gobiernos minoritarios. Esto puede resultar de lo más interesante, ya que la escasa maniobrabilidad de dichos gobiernos tendría como un resultado que no se legislara más allá de lo indispensable por parte de estos entes territoriales. Estaríamos ante un supuesto similar al que aconteció en Bélgica donde, por cierto, – tras 500 días sin gobierno – bajó el paro se redujo el déficit y aumentaron el PIB y el salario mínimo.
La irrupción de Ciudadanos y de Podemos va a poner a prueba hasta donde llega el compromiso de los nuevos líderes con sus programas electorales y el interés general. De las decisiones que adopten dependerá el futuro de los que hasta ahora han sido protagonistas del bipartidismo en España.