La economía de Einstein
Ante estos hechos alguno podría pensar que el sistema es una tomadura de pelo, y que estamos siendo manipulados por unos pocos privilegiados que inventan las denominadas leyes de mercado.
Ante estos hechos alguno podría pensar que el sistema es una tomadura de pelo, y que estamos siendo manipulados por unos pocos privilegiados que inventan las denominadas leyes de mercado.
La Física nos presenta la realidad tal cual es. La conforman leyes que no se pueden rebatir y que nos describen cómo se comporta el Universo y nuestro planeta: los cuerpos se atraen en lo que conocemos como gravedad, la velocidad de la luz es una constante, y la energía no se crea ni se destruye, tan sólo se transforma.
Sin embargo, cuando aplicamos estos conceptos a la realidad laboral y económica, estas leyes fundamentales dejan de estar sujetas a la verdad incuestionable de la Física, y pasan a estar al arbitrio de los designios del ser humano, a la selección natural y al darwinismo. Es decir, a aquello de que los más fuertes sobreviven y los más débiles se quedan atrás. En nosotros la fuerza no sólo la representa la fuerza física, sino también nuestra inteligencia, nuestra astucia y, por qué no decirlo, nuestra cara dura.
Se dice que una fuerza realiza trabajo cuando altera el estado de movimiento de un cuerpo. El trabajo de la fuerza sobre ese cuerpo es equivalente a la energía necesaria para desplazarlo. Es decir, que el trabajo es la energía invertida en realizarlo.
Si el trabajo no es más que una forma de energía, y se recompensa con dinero, y la energía, a su vez, no se crea ni se destruye, sino tan sólo se transforma, entonces habría que deducir que el sueldo asociado a un determinado empleo tampoco se crearía ni se destruiría, sino que sería constante, y que toda persona que realizara un trabajo en el que se invierte la misma energía, debería cobrar lo mismo. Pero lo que nos encontramos es una sociedad en la que unos cobran más que otros aunque la energía invertida en realizar el trabajo sea la misma o incluso inferior. El dinero, por tanto, sí parece que se crea y se destruye en función de variables que poco tienen que ver con la fuerza, la energía o el trabajo realizado. No se basa en parámetros reales, sino en otros inventados por nosotros mismos.
Ante estos hechos alguno podría pensar que el sistema es una tomadura de pelo, y que estamos siendo manipulados por unos pocos privilegiados que inventan las denominadas leyes de mercado. Pero para explicarnos este tipo de incongruencias ya surgió Einstein y su famosa ecuación de E=mc2. Es decir, que debemos contentarnos con que todo es relativo. O no.