La desinformación de la catástrofe nepalí

Nadie se pregunta por qué ese imperioso deseo de los españoles de salir del Nepal. ¿No fueron muchos en busca de riesgo y aventura?

Impresiona la pira donde se realiza la cremación de los cadáveres del terremoto del Nepal. La sensibilidad occidental no podría resistir el hedor de tal rito funerario. Pero respetemos las otras creencias, no sin protestar por otros muchos extremos. Me fijo en la desinformación.

Las noticias sobre las catástrofes naturales suelen establecer una convenida rutina, especialmente cuando tienen lugar en los países pobres. Destacan los esfuerzos por rescatar a las víctimas con vida. Resaltan los casos de asombrosa supervivencia. Siempre hay una persona que sobrevivió milagrosamente varios días sin comer ni beber. Se prima la noticia de los generosos envíos de dinero y especies por parte de las naciones civilizadas. Nunca se permite la difusión de algunos datos, tenidos por desagradables, pero que nunca faltan. Por ejemplo, los numerosos casos de pillaje, la corrupción en los canales de ayuda por parte de las autoridades locales y los intermediarios. De todo eso nada sabemos.

En el gran sismo del Nepal ignoramos las decisiones que ha tomado el Gobierno para paliar la desgracia de los nepalíes. Es fácil imaginar que el Gobierno de China aprovechará el luctuoso momento para extender su influencia en la región himalaya. ¿Qué harán entonces los hindúes? No solo chocan las placas tectónicas sino las geopolíticas.

Los medios españoles destacan los esfuerzos del Estado para repatriar a los nacionales. Nadie se pregunta por qué ese imperioso deseo de los españoles de salir del Nepal. ¿No fueron muchos en busca de riesgo y aventura? Estupenda ocasión para que los más animosos permanecieran en el país, dispuestos a arrimar el hombro para remover los escombros, salvar vidas y reconstruir las ruinas. Asombra que, con medios públicos, huyan unos españoles del Nepal y lleguen otros, deseosos de ayudar. Honor a estos últimos.