¡Maldito negro de mierda!
¿Qué pensarían nuestras madres o incluso nosotros si nuestra hija saliera con un negro o con un árabe?. Y no hablo de ricos, sino de gente humilde, de la calle, sin excesivas florituras.
¿Qué pensarían nuestras madres o incluso nosotros si nuestra hija saliera con un negro o con un árabe?. Y no hablo de ricos, sino de gente humilde, de la calle, sin excesivas florituras.
Salir de un multicines y escuchar a un grupo de personas comentar el último filme de Denzel Washington… uno opina que es una maravilla, otro que es un actor que le encanta pero que se queda con Samuel L. Jackson y Morgan Freeman, otro dice que Will Smith es mejor… En aquel momento aparece en el hall de los cines un hombre negro, sucio y maloliente que les pide algo para comer…. Uno de los muchachos le grita: – «¡Lárgate negro de mierda!». Era el mismo que elogiaba a Washington, un actor rico y poderoso, defensor de causas perdidas. ¿Racismo o clasismo?. Lo triste es que en pleno siglo XXI sigamos formulando esta pregunta una y otra vez. Somos como somos, sea por educación, ignorancia o por interés de alguien.
Salvo contadas excepciones, cuando hablamos de razas y colores de piel, el ser humano sigue inmerso en un mar de ignorancia y miedo, impuesto a nivel social, sin excusas. Por no hablar del machismo y la homofobia, que siguen causando víctimas en muchos países europeos, incluido el nuestro, con demasiada frequencia. En los EEUU parece que la elección de Obama ha sido solo un espejismo, pues los últimos acontecimientos en Baltimore (acaban de levantar el toque de queda) ponen de manifiesto algo que a muchos les cuesta reconocer, pero que Alan Parker, Willem Dafoe y Gene Hackman resumieron muy bien en la excepcional “Arde Mississippi”: la intolerancia y la ignorancia son el combustible del abuso de poder, creando una poderosa arma de control de masas. Por mucho que algunos se nieguen a creerlo, el racismo, el machismo, la xenofobia y la homofobia siguen acechándonos, cual ave de presa lista para lanzarse sobre un rebeco indefenso. La violencia verbal y física sobrevive al paso del tiempo, inamovible. A fecha de hoy, propongo un sencillo ejercicio: – ¿Qué pensarían nuestras madres o incluso nosotros si nuestra hija saliera con un negro o con un árabe?. Y no hablo de ricos, sino de gente humilde, de la calle, sin excesivas florituras. Pensar bien la pregunta y tomarse un tiempo para responder. Piensen en Spencer Tracy, Sidney Poitier y Katherine Hepburn. Mil gracias.