La política, el periodismo y FG
El periodismo solvente galardonado. El ejercicio de esta profesión tiene en Petkoff un referente incuestionable e incuestionado.
El periodismo solvente galardonado. El ejercicio de esta profesión tiene en Petkoff un referente incuestionable e incuestionado.
La foto de Paco Campos nos presenta la imagen de un periodista de primera, Teodoro Petkoff, icono de la lucha por la libertad en Venezuela, premiado por El País, que no pudo acudir a recoger su Ortega y Gasset, con la mirada al frente, serena y firme. Y debajo, gesticulando como hecho un lío, Felipe González, que recogió el premio en su nombre, con la intención de entregárselo en su inminente viaje a Caracas para interesarse por la defensa de los líderes opositores privados de libertad por el régimen chavista de Maduro.
El periodismo solvente galardonado. El ejercicio de esta profesión tiene en Petkoff un referente incuestionable e incuestionado. Petkoff y su medio navegan en una tormenta inclemente que no cesa. Aguantan los embates de un Gobierno que le persigue sin remilgos. Da la cara y se ha convertido ya en un símbolo de la resistencia democrática frente al poder absoluto que lleva a la ruina a Venezuela.
González, un político de toda la vida, hoy también hombre de negocios, ha tenido la habilidad siempre de salir a flote por su astucia, su talento y su osadía, y por su habilidad para estar a la sombra del poder económico a quien le conviene emplearle como referente.
Felipe González fue presidente del Gobierno de España. Ganó las elecciones del 82 con una mayoría absoluta de votos e ilusión. Llegó al poder y su verdadero rostro nos mostró a un hombre sin escrúpulos. Hizo muchas cosas, buena parte de ellas de mérito y provechosas para España. Se granjeó un prestigio internacional, pese a sus años oscuros, negros negrísimos, que resulta incomprensible para quienes conocemos su historia.
González acunó un régimen en el que la corrupción fue galopante; diseñó un escenario de medios de comunicación en el que el respeto a la libertad de expresión brillaba por su ausencia. Persiguió a periodistas sin cesar, muchas veces vulnerando la ley. Desde su Gobierno se organizó y financió una banda terrorista que asesinó a 30 personas, secuestró a un anciano viajante de comercio y se saquearon las arcas públicas. Su ministerio de Interior fue condenado en diversas causas por la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo por delitos terribles. Y pese a todo, ahí está, ahora, en la hora undécima, entre business y business, dando lecciones universales de democracia, mandando de nuevo en el PSOE, referente como siempre del grupo Prisa.
Vargas Llosa, en su presencia, dijo que “el periodismo es riesgo, audacia y descubrimiento, una profesión peligrosa para los que defienden la libertad”. Si lo sabremos quienes padecimos la persecución incesante de Felipe González mientras denunciábamos sus excesos.