Retomando el pulso a la monarquía

“Está magníficamente preparado para reinar”, es la frase que más se repitió en los días anteriores y posteriores a su coronación. Una frase gratuita que muchos cacareaban porque en realidad no había mucho más que decir.

Los últimos años han pasado factura a la institución que mejor ha interpretado su papel constitucional a lo largo de los últimos 37 años. Los polémicos acontecimientos que se sucedieron en un corto periodo de tiempo y la crisis que azotaba la economía española pusieron en la picota al Rey Don Juan Carlos y con él a toda la institución monárquica. Fue entonces cuando en una maniobra totalmente hábil, por inesperada para todos, Juan Carlos I abdicó y pasó el testigo a su hijo, el entonces Príncipe de Asturias.

“Está magníficamente preparado para reinar”, es la frase que más se repitió en los días anteriores y posteriores a su coronación. Una frase gratuita que muchos cacareaban porque en realidad no había mucho más que decir. Felipe VI tiene una personalidad más sobria que la de su padre y eso ha determinado que la imagen de la monarquía, pese a la magnífica labor del actual Rey, haya obtenido una nota media de 4,34 en el último barómetro del CIS si bien goza de una destacada aceptación entre los españoles.

A mi juicio el actual monarca prefiere no correr en un terreno traicionero todavía para él, como el de la comunicación, optando por ponerse de lado y dejando que sean los propios actos que realiza a diario los que hablen por él y mejoren, como está ocurriendo, la imagen de la Monarquía.

Podemos renegar de la Monarquía Constitucional como modelo de Estado pero lo que no podemos es desconocer nuestros antecedentes. España y su historia están estrechamente ligadas con la institución monárquica y si analizamos el cómputo global del último reinado, honestamente, cabría incluirlo como uno de los mejores de la historia de España. Felipe VI apenas lleva un año en el trono en el que, pese a su discreción, parece estar reconduciendo la situación de la Corona.