La línea imaginaria
¿Cómo hemos ordenado el mundo para que el simple hecho de traspasar una línea imaginaria creada por nosotros con el nombre de frontera sea considerado delito?
¿Cómo hemos ordenado el mundo para que el simple hecho de traspasar una línea imaginaria creada por nosotros con el nombre de frontera sea considerado delito?
Tú crees que los niños se levantan, desayunan un vaso de leche, una tostada, galletas y cereales, y se dirigen al colegio. Das por hecho que allí les enseñarán muchas cosas, y que eso les ayudará a crecer, a madurar y a crear conciencia crítica. Crees que la obligación de un joven es esa, absorber la mayor cantidad de conocimientos posible para que en el futuro sepa desenvolverse sin la atenta mirada de unos padres posiblemente demasiado protectores. La paz permite que la juventud pueda dedicarse fácilmente y sin ningún riesgo al “inservible” acto de aprender.
Aquí estamos familiarizados con la visión de niños andando por la calle en dirección al colegio con una mochila al hombro repleta de libros y cuadernos. Aquí veríamos inconcebible que uno de esos niños, en lugar de llevar la mochila a la espalda, fuese dentro de la mochila. Aquí sería imposible aceptar que un chaval de ocho años fuese ocultado por su padre dentro de una maleta. Aquí no entenderíamos bajo ningún concepto que se pusiese en riesgo la vida del pequeño, y podríamos llegar a pensar que habría que actuar con todo el peso de la ley contra ese cruel padre que obliga a experimentar a su hijo dicha situación. Pero esa reflexión estaría exenta de aquello tan importante a la hora de juzgar los actos de los demás, eso de “ponerse en el lugar del otro”. Aquí no es allí. Mi normalidad no es la normalidad del mundo. Es difícil que desde nuestro cómodo rincón logremos ponernos en el papel de los incómodos, en la perspectiva de los lugares en los que la paz no está asentada, en aquellos países donde levantarse por la mañana no asegura que vayas a llegar a acostarte por la noche, sea por disparos, por hambre o por pobreza.
¿Cómo hemos ordenado el mundo para que el simple hecho de traspasar una línea imaginaria creada por nosotros con el nombre de frontera sea considerado delito? ¿Cómo hemos logrado que el paso de un niño por la misma esté prohibido, y que éste tenga que intentarlo metido dentro de una maleta? ¿Lo seguiríamos aceptando si ese niño en lugar de llamarse Abu fuese Juanito?