"Pagafantas" y "Pagainfantas"
Convertirse en Pagafantas es una opción, sin embargo los niños españoles nacimos con la etiqueta no voluntaria de Pagainfantas.
Convertirse en Pagafantas es una opción, sin embargo los niños españoles nacimos con la etiqueta no voluntaria de Pagainfantas.
Borja Cobeaga y su película “Pagafantas” reivindicaron en la gran pantalla ese perfil de hombre que busca una relación sexual con una chica que sólo lo ve como amigo. Convertido en el hombro donde llorar y en los oídos donde tener que escuchar que en realidad a la chica le gusta otro es muy duro. Todos en algún momento de nuestra vida hemos sido Pagafantas y nos hemos tenido que rascar el bolsillo para invitar a esa mujer inalcanzable no sólo a Fantas –en sus variedades de naranja o limón- sino a brebajes aún más inquietantes como el famoso San Francisco, rojo y empalagoso, o las variedades de té helado, cuyo color recuerda a líquidos no aptos para el consumo humano de los que prefiero no dar más detalles.
En cualquier caso, convertirse en “Pagafantas” es una opción, sin embargo los niños españoles nacimos con la etiqueta no voluntaria de “Pagainfantas”. Primero nuestros padres y luego nosotros hemos costeado, a través de los impuestos, la educación, la vivienda, la comida y hasta las vacaciones de Elena y Cristina. De esta forma y la vez muchos hemos sido, al mismo tiempo, “Pagafantas” y “Pagainfantas”.
Ahora resulta que el juez Castro ha embargado 2,1 millones a la infanta Cristina y 13,6 millones de euros a su esposo, Iñaki Urdangarin. Los fondos se obtendrán de los que la sociedad Aizoon tiene en un Juzgado de Palma, para cubrir el impago de la fianza impuesta a la hermana del rey Felipe VI.
Ahora que ya siento tan lejanos los tiempos en los que buscaba el revolcón con la chica de tus sueños con todo tipo de actuaciones en la barra de un bar y que ya no pago impuestos en el país que me vio nacer, me siento tan pringado como entonces. Lo peor de ser un “Pagafantas” y un “Pagainfantas” es que no era consciente de ello. Y al final me quedé compuesto, sin novia… y sin plata.