ISIS en Ramadi y Palmira

Esta guerra, que por ahora se libra en Medio Oriente, pretenden llevarla a todo Occidente.

La toma de Ramadi en Irak por el ISIS y el acercamiento al sitio histórico declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en Petra, Siria, constituyen el mayor peligro para los gobiernos de Medio Oriente por el poder que está adquiriendo el ejército del Levante para instaurar el Califato en esas regiones.
No solo basta el acuerdo entre chiitas y sunitas moderados para frenar el fanatismo islámico de ISIS. Es fundamental la cooperación internacional y la participación de los miembros de las Naciones Unidas contra este nuevo terrorismo inmerso en lo religioso.

Esta guerra, que por ahora se libra en Medio Oriente, pretenden llevarla a todo Occidente. Hasta ahora ha sido sorprendente, en la actual compleja realidad de Medio Oriente, el avance del Ejército del Levante del ISIS en la región, a diferencia de Bin Laden y Al-Qaeda que pretendían hacer la Revolución Islámica desde el lejano Afganistán, trasladando la guerra asimétrica a centros del mundo occidental con los atentados en Nueva York, Londres y Madrid. El ISIS mantiene sus bases militares en la parte oriental de Siria y en el oeste de Irak con la intención clara de avanzar hacia Turquía.

Occidente tiene el dilema de alejarse de estos conflictos facilitando la extensión del yihadismo en Medio Oriente y en sus expresiones de violencia en Europa y Estados Unidos; o ir de frente con la presencia militar. El coletazo del Islam radical ahora también afecta a África con Boko Haram en Nigeria. La ONU y tropas africanas han tenido que intervenir Somalia a punto de ser tomada por terroristas de Al-Shabab. Por ahora, en Medio Oriente y en África continúa la amenaza del fatalismo y el fundamentalismo islámico, a pesar de los bombardeos aéreos norteamericanos y europeos y la voluntad política de árabes, turcos y persas.