Los escombros universitarios

Da pena ver a los encargados del Ministerio de Educación sin un verdadero plan, intentando acomodar las regulaciones que vienen desde Europa a base de parches aquí y allá que no solucionan nada.

Son muchas las instituciones en España que se han ido corrompiendo, pudriendo lentamente con la ayuda inestimable de los políticos, que siempre y a todo deben meter mano. Quizás la institución española que más necesitada esté de una sacudida sea la Universidad. Las propuestas de cambio han estado yendo y viniendo en la última década y de poco han servido. La brecha entre los políticos que se acercan con esas reformas de pitiminí, tiritas para la gangrena, y los rectores y docentes, atrincherados en sus poltronas departamentales, siempre más cómodos detrás de una pancarta que en una tarima o echando horas a la investigación, parece ya insalvable.

Da pena ver a los encargados del Ministerio de Educación sin un verdadero plan, intentando acomodar las regulaciones que vienen desde Europa a base de parches aquí y allá que no solucionan nada. Desde sus palacios ministeriales intentan tímidamente cambios que vez tras vez chocan con la voluntad inquebrantable de los gerentes universitarios que son de una ineficacia paladina, que no durarían dos telediarios llevando las riendas de una empresa privada.

Más pena da ver a tantos docentes en la jauja de sus departamentos, enseñando con las mismas palabras, las mismas cosas, año tras año, sin publicar un artículo decente, quejándose de la burocracia y pidiendo más y más dinero para sus ridículos proyectos de investigación, que solo papá estado puede financiar, porque ningún empresario con dos dedos de frente invertiría en ellos.

No solo pena, sino fatiga e irritación, produce ver a esos estudiantes que parece que se han adentrado en la universidad, no para aprender y mejorar sus vidas, sino para volverse aprendices de che guevaras, revolucionarios de papá y mamá que no han leído más que a Chomsky o Naomi Klein y creen que son los elegidos para llevar las riendas del sistema universitario a base de manifas y constantes protestas y pintadas, que echan siete u ocho años en licenciarse y que en su necedad adoran el gratis total, ignorando que el 80% de lo que le cuesta la universidad se lo pagamos entre todos.