Me creo lo del jilguero
El miedo es libre, Presidente. El hambre también. Maduro sigue pensando que la libertad de expresión es la que puede hacer tambalear su gobierno.
El miedo es libre, Presidente. El hambre también. Maduro sigue pensando que la libertad de expresión es la que puede hacer tambalear su gobierno.
Solo una otitis ha conseguido que Maduro haya anulado el encuentro que tenía previsto con el Papa Francisco. El Presidente, creo, ha preferido preservar sus tímpanos para escuchar lo que Felipe González tenía que decir en su territorio, y con cierto temor, inventarse alguna dolencia para tener controlado su corral. ¿Quién dijo miedo?
El miedo es libre, Presidente. El hambre también. Maduro sigue pensando que la libertad de expresión es la que puede hacer tambalear su gobierno. Y no. Tendría que tener miedo al hambre del pueblo y no la las hordas de prensa beligerante que no le gusta leer ni escuchar. Sobre todo las españolas. Ni siquiera a políticos como González.
Hace tiempo que persigo una entrevista con Maduro y Diosdado Cabello para Mediaset España. Mis contactos, muy bien situados cerca de la cúpula venezolana, me dijeron un día que estaba loco si lo daba por hecho.
Loco porque una presentadora de mi cadena, Ana Rosa Quintana, líder de las mañanas de la televisión en España, se convirtió hace dos semanas en la ¿fustigadora? del gobierno de Maduro. Así, de repente.
Después de ver el programa mi contacto me dijo: “Llámame ingenuo pero creo que se te complica la entrevista venezolana. Menuda sarta de mentiras”. Quintana hablaba en su programa de cosas ya conocidas: mordidas de empresas a cambio de suculentos contratos, el encarcelamiento de la oposición y la situación de la calle. Vamos, lo de siempre. Pero hay una cosa que hizo especialmente daño. Un informe de THE WALL STREET JOURNAL sobre el tráfico de drogas en el país asociado, supuestamente, a Diosdado Cabello.
“Una sarta de mentiras”, dijo el contactado. “Puede” dije yo. “Para eso están los tribunales” replico y me responde: “En breve verás una invasión de EEUU allí. Espero equivocarme”. “Claro”, respondo, “ya sabía yo que el pajarito era Chávez. Lo sabía”.
Yo espero que Maduro y Cabello sigan pensando en darme esa entrevista y no aleguen una otitis. Y por pedir que me respondan a todo. A todo. Incluso a lo de las drogas. Incluso a lo de los encarcelamientos. Incluso que me enseñen pruebas. Yo no soy EEUU. Soy un periodista. No entiendo de imperialismos. Entiendo de libertad de expresión. Pero te digo una cosa. Hasta podría creerme lo del jilguero. ¡Es Chávez! En Mediaset, si lo demuestro, seguro que me suben el sueldo.