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Se acabó el enfado de García Márquez

Por suerte, García Márquez incumplió su promesa y en 2005 visitó Barcelona, la ciudad donde fue feliz en los setenta, donde nació el boom, con la que mantuvo siempre estrechos lazos. Pero el dolor de un rechazo inmerecido lo seguía carcomiendo.

Opinión
  • Periodista, licenciado en sociología y profesor universitario. Master en Periodismo por la Universidad de Columbia y posgrado del Instituto para el Desarrollo de Periodismo Internacional de Berlín (IIJB), reside en Barcelona, donde dirige el Master de Periodismo BCNY.

Por suerte, García Márquez incumplió su promesa y en 2005 visitó Barcelona, la ciudad donde fue feliz en los setenta, donde nació el boom, con la que mantuvo siempre estrechos lazos. Pero el dolor de un rechazo inmerecido lo seguía carcomiendo.

Tardó catorce años. El autor de Cien años de soledad ya no está para recibir la noticia, pero esta semana la Unión Europea finalmente aprobó la entrada de colombianos y peruanos en el territorio Schengen sin necesidad del engorroso y caro proceso de visado.

Fue el final de una de las tantas luchas justas de García Márquez. El 18 de marzo de 2001, pocos días después de la aprobación de una ultrajante Ley de extranjería por el gobierno español de José María Aznar y su ministro del interior Mariano Rajoy, y de la necesidad de gestionar una visa para entrar en España, el Nobel envió una carta abierta rechazando la imposición de la visa y comprometiéndose a no volver a España mientras estuviera vigente.

“Con la dignidad que aprendimos de España, no volveremos a ella mientras se nos someta a la humillación de presentar un permiso para poder visitar lo que nunca hemos considerado ajeno”, reza el texto, firmado también, entre otros, por Álvaro Mutis, Fernando Vallejo, William Ospina, Darío Jaramillo, Héctor Abad y Fernando Botero.

Por suerte, García Márquez incumplió su promesa y en 2005 visitó Barcelona, la ciudad donde fue feliz en los setenta, donde nació el boom, con la que mantuvo siempre estrechos lazos. Pero el dolor de un rechazo inmerecido lo seguía carcomiendo.

Hoy se puede leer en la web de la radiotelevisión pública alemana Deutsche Welle: “Antes que termine 2015, peruanos y colombianos que quieran viajar por menos de 90 días a los países europeos que forman parte del Espacio Schengen podrán ingresar sin necesidad de conseguir visado. El acuerdo ya fue firmado y falta esperar que entre en vigor. Ecuador podría sumarse al selecto grupo de países.”

La derogación de la necesidad de visa fue anunciada en Bruselas por los presidentes y cancilleres de Colombia y Perú junto con la responsable de política exterior de la UE, Federica Mogherini. Tras la firma, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dijo que la suscripción del acuerdo es muy importante “para la dignidad de los colombianos”.

Yo creo que ellos nunca perdieron la dignidad. La habían perdido quienes impusieron barreras a los que, desde América, nunca, ni aún en lo peor de las guerras y hambrunas en Europa, cerraron sus puertas a los inmigrantes del Viejo Continente.