El Stalin de Padura
La capacidad de cálculo de Stalin no puede menospreciarse. Logró hacer creer a gran parte de los revolucionarios del mundo que el capitalismo de Estado, junto a una política de industrialización que menospreció el justo valor del trabajo, era la única y mejor vía para luchar contra el capitalismo imperialista.
La capacidad de cálculo de Stalin no puede menospreciarse. Logró hacer creer a gran parte de los revolucionarios del mundo que el capitalismo de Estado, junto a una política de industrialización que menospreció el justo valor del trabajo, era la única y mejor vía para luchar contra el capitalismo imperialista.
El cubano Leonardo Padura es un provocador, que encontró la fórmula para diferenciar el socialismo democrático de aquel que erró el camino en la construcción de un modelo alterno al capitalismo. ¿Su clave? Trotski. En su magistral obra «El hombre que amaba a los perros» la cruda descripción de Padura sobre el desvío de una revolución que había nacido para reivindicar el humanismo, pero que para ello, en algún momento utilizó los Gulag o campos de concentración soviéticos, además de la persecución y exclusión en nombre del socialismo, parece ser insignificante ante los niveles de disociación del personaje a quien se le debe el desvío del legado de Lenin: Stalin.
El Stalin de Padura parece inteligente, aunque el mismo autor trata de señalar que no lo fue, por el simple hecho de no ser demócrata. Sin embargo, la capacidad de cálculo de Stalin no puede menospreciarse, no de gratis logró hacer creer a gran parte de los revolucionarios del mundo que el capitalismo de Estado, junto a una política de industrialización que menospreció el justo valor del trabajo, y utilizó el terror para imponerlo, era la única y mejor vía para luchar contra el capitalismo imperialista. Stalin fue un ilusionista, y Trotski su debelador y por ello mereció la muerte en manos de Mercader.
Hoy lamento que exista gente buena, como alguna que conozco, que reivindique el socialismo antidemocrático, y por respeto a aquellos que aún hoy reivindican a Stalin, lo mejor que podemos hacer es dejarlo en su contexto, y que se quede ahí, como referencia, pero jamás como ejemplo de lo que hoy podría servir como modelo para construir socialismo en cualquier parte del mundo.
Estos debates son los que provoca Padura, en una novela sin desperdicio que nadie debe dejar de leer. Bien merecido premio Padura, ¡en hora buena!