Divergencia y desunión

A este paso Artur Mas conseguirá que Messi fiche por el Getafe y la monja Forcades ingrese en las Milicias Carlistas y se eche al monte.

A este paso Artur Mas conseguirá que Messi fiche por el Getafe y la monja Forcades ingrese en las Milicias Carlistas y se eche al monte. El gran estadista, el hombre de la mandíbula de vendedor de detergentes y los discursos frente al sepulcro de Guifré el Pilós, el visionario que pierde un tercio de sus escaños cada vez que convoca elecciones, el Delfín del 3% y mamporrero de todos los Oriols y Oleguers (y demás coleccionistas de Maseratis en miniatura), está siendo procesado por el Procés a una velocidad metabólica alarmante.

Claro está que sus socios de UDC eran un lastre, más bien un peso muerto. Gente de buen comer, acostumbrados a jugar el papel del buey y la mula en el Portal de Belén Nacionalista – pero bueyes y mulas en régimen de engorde sostenido, plenamente dichoso. No se tiene noticia de cosa alguna de provecho que haya salido de las filas de Unió más que los madrileños devaneos de vodevil de Duran i Lleida, nuestro hombre en el Ritz (el nostre home al Ritz). Librarse de ellos debería ser un acierto estratégico de cualquiera en cualquier circunstancia – pero sucede que las circunstancias de Artur Menos consisten, basicamente, en la reciente pérdida de la alcaldía de Barcelona a manos de una caterva de comedores de lechuga y okupas post-lesbianos, voceros de alpargata y pedrada, un auténtico enjambre, gente cuya primera medida ha sido crear una concejalía de “Ciclo de la Vida, Feminismos y LGTBI” (sic.).

No debe ser fácil ser el President en estos momentos de histeria. Encabezar, diada tras diada, masas de gente engañada y vestida de colorines mientras uno conduce a su formación política a la insignificancia. El hombre, cuanto más insiste en su dignidad de Líder Serenísimo en Momentos Cruciales, más va ganando una vis cómica involuntaria maravillosa.

Que Dios nos lo conserve muchos años.