THE OBJECTIVE
Nicmer Evans

Tsipras, Grecia, auditoría y Maduro

Lamentamos que en otros países como Venezuela, cuyo gobierno se ufana en ser socialista pero es incapaz siquiera de reconocer la sexodiversidad en su plenitud de derechos, la propuesta de auditoría pública sea rechazada desde el gobierno, y esperemos que en ese país llegué una nueva fuerza parlamentaria que garantice defender los derechos y las políticas conquistadas en el gobierno de Chávez y perdidos con Maduro.

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Tsipras, Grecia, auditoría y Maduro

Lamentamos que en otros países como Venezuela, cuyo gobierno se ufana en ser socialista pero es incapaz siquiera de reconocer la sexodiversidad en su plenitud de derechos, la propuesta de auditoría pública sea rechazada desde el gobierno, y esperemos que en ese país llegué una nueva fuerza parlamentaria que garantice defender los derechos y las políticas conquistadas en el gobierno de Chávez y perdidos con Maduro.

Gobernar para aquellos que viven de su trabajo, o mejor aún, priorizar a aquellos distintos a los que viven del trabajo de otros, no es una decisión fácil, en especial en un país hipotecado por la irresponsabilidad de aquellos que vendieron la soberanía a cambio de una moneda que hoy representa un neocolonialismo alemán.

El proyecto político de SYRIZA, como coalición de izquierda, llegó al poder con una promesa: evitar que la crisis la pagaran aquellos que no han sido responsables de ella. Es por eso que el reto de auditar la deuda externa griega de una manera ciudadana ha sido uno de los más grandes retos de la historia de la lucha contra la corrupción en el mundo.

En Venezuela hoy existe una iniciativa similar, pero sin el apoyo del gobierno de Maduro, que ha decidido optar por ser cómplice del increíble desfalco a la nación y fuga de capitales por más de 259 mil millones de dólares. Sin embargo, lo que hoy se demuestra, a pesar de la inmensa gran voluntad del equipo de la Plataforma por la Auditoría Pública Ciudadana impulsada por la organización política Marea Socialista, es que una iniciativa de este tipo debe contar con apoyo de poderes independientes y autónomos, que hoy son tan escasos en el mundo como el café o los pañales desechables en Caracas.

Grecia hoy es un ejemplo para el mundo como un gobierno que con dignidad está pretendiendo ser coherente entre lo que dijo y ahora hace.

Lamentamos que en otros países como Venezuela, cuyo gobierno se ufana en ser socialista pero es incapaz siquiera de reconocer la sexodiversidad en su plenitud de derechos, la propuesta de auditoría pública sea rechazada desde el gobierno, y esperemos que en ese país llegué una nueva fuerza parlamentaria que garantice defender los derechos y las políticas conquistadas en el gobierno de Chávez y perdidos con Maduro. Mientras tanto, aspiramos que Grecia logre consumar lo que decidió en las pasadas elecciones, con un gobierno que siga siendo coherente entre el discurso y la acción. 

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