Barbie en Irak
Va a ser un auténtico milagro si una docena de hombres justos, lúcidos, luchando todavía por la libertad y la santidad, sobreviven a este empacho de mestizajes de totalitarismos.
Va a ser un auténtico milagro si una docena de hombres justos, lúcidos, luchando todavía por la libertad y la santidad, sobreviven a este empacho de mestizajes de totalitarismos.
Contemplamos con estupor / resignación / carcajada sardónica la foto que muestra la fachada de la Barbie Clinic en Bagdad: depilación láser, liposucción, implantes capilares, bótox y demás maravillas de primerísima necesidad, bajo el lema (sintácticamente vacilante) «Looks good feel better».
El noble pueblo iraquí va de cataclismo en cataclismo. Los poderes de este mundo extienden sobre esa pobre gente nuevas capas de idiotización con la facilidad con que se unta más y más mantequilla en una tostada indefensa. Venían de la idiotización propia de un islam cerril, a la que luego se añadió la de 30 años de idiotización nacionalista a cargo de la dictadura militar de Sadam & co.; ahora llega la idiotización Disney, también llamada democracia del primer mundo. Va a ser un auténtico milagro si una docena de hombres justos, lúcidos, luchando todavía por la libertad y la santidad, sobreviven a este empacho de mestizajes de totalitarismos.
Las transiciones entre capa y capa de idiotización (los cursis llaman «diversidad cultural» a la convivencia entre distintas cepas de brainwashing) se realizan mediante guerras terribles, con sus éxodos masivos, sus bombardeos teledirigidos, sus hospitales repletos de cadáveres de niños.
Pero a todo se sobrepone uno, sobre todo si al final de la dolorosa peregrinación nos esperan los neones de un McDonalds.