Hola Alwi (Carta de una venezolana al príncipe Al-Waleed)
Las venezolanas siempre tendemos a ser más cariñosas de lo normal pero no porque seamos de moral distraída. Le decimos mi amor, mi rey, mi vida y papi a muchos que solo conocemos de tan solo responderles cuál es la hora cuando nos preguntan. Pero no vayas a pesar Alwi que de un: son las 6 y 9 mi amor, me voy a ir contigo a juntar esos dos números en una habitación.
Las venezolanas siempre tendemos a ser más cariñosas de lo normal pero no porque seamos de moral distraída. Le decimos mi amor, mi rey, mi vida y papi a muchos que solo conocemos de tan solo responderles cuál es la hora cuando nos preguntan. Pero no vayas a pesar Alwi que de un: son las 6 y 9 mi amor, me voy a ir contigo a juntar esos dos números en una habitación.
El títitulo de este artículo debes lerlo en el tono más sugerente posible, con un guiño de por medio al más fiel estilo de Jessica Rabbit, cónyuge de nuestro buen amigo Roger Rabbit.
Pero no debes malinterpretarme.
Las venezolanas siempre tendemos a ser más cariñosas de lo normal pero no porque seamos de moral distraída. Le decimos “mi amor”, “mi rey”, “mi vida” y “papi” a muchos que solo conocemos de tan solo responderles cuál es la hora cuando nos preguntan. Pero no vayas a pesar “Alwi” que de un “son las 6 y 9 mi amor”, me voy a ir contigo a juntar esos dos números en una habitación.
No es tan fácil.
De hecho, te digo que es supremamente difícil si insistes en andar por ahí con esa correa de balas terciada en el pecho y esos lentes oscuros que no dejan que “una” te vea a los ojos.
Vamos por partes.
Me enteré por estos días que vas a donar toda tu fortuna. A saber, unos 32 mil millones de “lechugas” (así le decimos los venezolanos a los dólares y después te explico por qué “mi vida”). Según leí, quieres desarrollar comunidades, dar asistencia, erradicar enfermedades, dar electricidad a las ciudades.
Pues te tengo una excelente noticia “mi amor”.
Vente pa´Venezuela que aquí te tengo plazas de inversión para todo lo quieres y más. No te digo que me esperes porque de verdad “cariño”, ahorita ahorita, se me haría un poquito difícil conseguir el pasaje; no obstante te estoy esperando para que tengamos una reunión.
P.D.: no le atiendas el teléfono a nadie que te llame de parte de un tal Maduro. Que te lo digo yo que ese negocio no te conviene “mi vida”, yo te ayudo porque a mi también me gusta ayudar y pienso, al igual que tú, que… «La filantropía es una responsabilidad personal».