THE OBJECTIVE
Leopoldo Abadia

El comerciante

Mientras escribo esto, él está trabajando en Siria para recuperar a esas personas y conseguir que puedan levantarse por la mañana, desayunar, comer, cenar, reírse, casarse, tener hijos. O sea, lo que se llama VIVIR.

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El comerciante

Mientras escribo esto, él está trabajando en Siria para recuperar a esas personas y conseguir que puedan levantarse por la mañana, desayunar, comer, cenar, reírse, casarse, tener hijos. O sea, lo que se llama VIVIR.

Se me amontonan las malas noticias. Ola de calor como nunca, ambiente gélido en los próximos años, pronto seremos 9.000 millones en la Tierra y tendremos que comer unos insectos con pinta asquerosa para sobrevivir…

Y mientras tanto, un comerciante, un simple comerciante, se dedica a salvar gente secuestrada por el Estado Islámico. No le preocupa el calor actual ni el frío futuro, ni el hambre que van a pasar todos esos a los que salva cuando llegue el día en que sobre gente y falten insectos.

Mientras escribo esto, él está trabajando en Siria para recuperar a esas personas y conseguir que puedan levantarse por la mañana, desayunar, comer, cenar, reírse, casarse, tener hijos. O sea, lo que se llama VIVIR.

No veo ninguna foto suya. Seguramente, es un hombre vulgar, que hace cosas vulgares. Entre otras, quiere tanto a sus semejantes que se juega la vida por ellos.

Pasa siempre lo mismo. Que en los diarios, digitales o no digitales, no hay un apartado que se titule HÉROES y, por mi culpa, me quedo enganchado en los insectos, en el calor y en el frío, en vez de leer despacio la noticia que habla de este señor y emocionarme al comprobar lo que ya sospechaba, que hay gente que todavía se cree aquello tan viejo de que hay que amar al prójimo como a uno mismo.

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