THE OBJECTIVE
Carlos D. Lacaci

Las cloacas del siglo XXI

Ahora, en pleno siglo XXI, en las ciudades y capitales de algunos de los países más avanzados y modernos de Europa, contemplamos calles, plazas y monumentos sucios y deteriorados. En Roma hay colonias enteras de ratas a la vista de los viandantes; La Fontana de Trevi, como se ve en la imagen, se encuentra en obras y en un claro estado de abandono.

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Ahora, en pleno siglo XXI, en las ciudades y capitales de algunos de los países más avanzados y modernos de Europa, contemplamos calles, plazas y monumentos sucios y deteriorados. En Roma hay colonias enteras de ratas a la vista de los viandantes; La Fontana de Trevi, como se ve en la imagen, se encuentra en obras y en un claro estado de abandono.

Cuenta la historia que Tiberio, sucesor del primer emperador romano Augusto, decidió exiliarse porque no podía soportar el hedor de sus calles. 

Aunque en la Antigua Roma eran muy reconocidas y valoradas sus modernas infraestructuras, pues los romanos, a diferencia de los griegos, destacaban construyendo acueductos, calzadas y alcantarillas, los malos usos y costumbres de aquella época, hacía que de poco sirvieran estas magnas obras, ya que no pocas calles y monumentos emblemáticos quedaban “regados” y manchados por los efluvios y deposiciones de muchos ciudadanos indecorosos.

La limpieza y la salubridad de las ciudades ha sido desde antiguo la gran tarea que ha ocupado a ingenieros y constructores de toda civilización a lo largo de la historia. 

Hacia el siglo X, en Córdoba, la gran metrópoli de occidente, con una densidad de población que superaba de largo los 200 mil habitantes, ya se hablaba de la construcción de casi mil baños públicos. Todo un ejemplo para otras muchas urbes del Occidente europeo.

Ahora, en pleno siglo XXI, en las ciudades y capitales de algunos de los países más avanzados y modernos de Europa, contemplamos calles, plazas y monumentos sucios y deteriorados. En Roma hay colonias enteras de ratas a la vista de los viandantes; La Fontana de Trevi, como se ve en la imagen, se encuentra en obras y en un claro estado de abandono. En la capital de España, los madrileños parecen haberse acostumbrado también a la suciedad perpetua de su calles.

Desde las administraciones públicas y los ayuntamientos se deberían tomar cartas en el asunto, máxime cuando los contribuyentes aportamos un alto porcentaje de nuestros ingresos, vía impuestos, para sufragar la limpieza y conservación de las ciudades en las que residimos. 

Apelemos a una conducta más cívica y ordenada por parte de todos, mientras tanto, recordemos las advertencias de la Antigua Roma: “Duodecim Dios et Dianam et Joven Optimum Maximum habeat iratos quisquis hic minxerit aut cacarit» («la ira de todos los Dioses caiga sobre aquel que orine y defeque en estos lugares»). 

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