¡Y pobre de aquel que no pase por muerto!
No entendemos el peligro de la muerte. La muerte es la muerte. Si te tienes que ir te vas, como si bajas o subes, si vienes o vas. Pero te digo una cosa. Respétala, y por si acaso cree. No hace falta que vayas a misa. Ni siquiera que reces o te persignes.
No entendemos el peligro de la muerte. La muerte es la muerte. Si te tienes que ir te vas, como si bajas o subes, si vienes o vas. Pero te digo una cosa. Respétala, y por si acaso cree. No hace falta que vayas a misa. Ni siquiera que reces o te persignes.
Como en Santa Marta de Ribarteme, el gallego desafía a la muerte echándole en cara que no es su momento. Todavía no es la hora de irse. Te amortajas como puedes, coges un paraguas para que no te dé el sol, – muerto sí, pero tonto no-, y vas en procesión agradeciéndole a la santa que sigas vivo para tomar la penúltima (copa).
No entendemos el peligro de la muerte. La muerte es la muerte. Si te tienes que ir te vas, como si bajas o subes, si vienes o vas.
Pero te digo una cosa. Respétala, y por si acaso cree. No hace falta que vayas a misa. Ni siquiera que reces o te persignes.
“Coge entre tus manos el rosario que te voy a dar. Yo tampoco creo pero…” Alguien que me quiere mucho me notó apesadumbrado. Abrió el cajón, agarró mis palmas y me entregó un antiguo rosario de nuestra familia. “Te lo repito, no creo pero está bendito”.
Extraña relación la que tenemos entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. No de amor pero sí de respeto. Una extraña simbiosis que respeta espacios. Un tiempo para vivir y otro para morir.
Por eso como en Santa Marta la gente participa en procesiones de ataúdes para celebrar la vida.
Así vivimos entre la tierra y el Purgatorio. Un sitio que te da esperanzas. Alguien me preguntó una vez por qué en Galicia llamábamos benditas a las almas de los pecadores que están limpiándose en el Purgatorio. Es la sensación de que tienes otra oportunidad con la vida.
Pero si te tienes que ir lo recordaremos por siempre. Para eso también tenemos una palabra: “Cabodano” . El rito con el que honras al muerto en su aniversario. Así un año tras otro.
Te recomiendo que agradezcas a la vida lo que te da, que honres a los que se van y que cumplas tus promesas. Hazlo de vivo para no tener que hacerlo de muerto. No vaya a ser que las almas vagabundas pasen cualquier día a buscarte. “¡Y pobre de aquel que no pase por muerto! Porque le entregan un cirio y ese no vuelve a su lecho”. (A Santa Compaña. Golpes Bajos).