El circo de los derechos humanos
Lo cierto es que todos estos premios no son sino propaganda barata de los estados para demonizar al contrario. Cada país tiene su premio y cada premio tiene un nombre más rimbombante, metafísico y absolutamente inane fuera del contexto de la lucha a muerte entre los estados.
Lo cierto es que todos estos premios no son sino propaganda barata de los estados para demonizar al contrario. Cada país tiene su premio y cada premio tiene un nombre más rimbombante, metafísico y absolutamente inane fuera del contexto de la lucha a muerte entre los estados.
Kim Jong-un ha recibido en Indonesia un premio por la paz, la justicia y la humanidad, cosa que ha soliviantado a todos los bienpensantes de este mundo. Lo consideran una especie de burla a los Derechos Humanos que se aprobaron en 1948 de penalti y en el último minuto.
Lo cierto es que todos estos premios no son sino propaganda barata de los estados para demonizar al contrario. Cada país tiene su premio y cada premio tiene un nombre más rimbombante, metafísico y absolutamente inane fuera del contexto de la lucha a muerte entre los estados.
Kim Jong-un no puede ser un adalid de la paz, la justicia y la Humanidad porque tales expresiones dichas en abstracto no significan absolutamente nada. La paz es siempre la paz de la victoria en una guerra entre estados; la justicia solo tiene sentido en el marco del ordenamiento jurídico de un estado concreto; y la Humanidad como sujeto histórico-político no es sino una falsedad. Todos ellos son conceptos teológicos, cuya operatoriedad es sólo posible a través de los estados enfrentados, pero nunca en abstracto.
Así que le pueden dar todos los premios a Kim, a Obama o a Perico el de los Palotes, que seguirán siendo meras declaraciones propagandísticas sin valor alguno fuera de ese contexto.