Somos seres espirituales
Es muy cuestionable la vida espiritual que no conduce a la paz, a la alegría y a la misericordia. Yo dudaría de su autenticidad. Por eso la salud y la felicidad están en este camino y no en el exterior del ser humano.
Es muy cuestionable la vida espiritual que no conduce a la paz, a la alegría y a la misericordia. Yo dudaría de su autenticidad. Por eso la salud y la felicidad están en este camino y no en el exterior del ser humano.
Justo ayer recibí un mail publicitario que decía: “Comprueba los enormes beneficios de meditar de forma regular. El método X es reconocido y usado mundialmente por todos sus estudiantes para relajar el cuerpo, calmar ansiedades, bajar el estrés y sentirte mejor, bla bla bla.” Hoy leo que investigadores de Londres afirman que participar en las actividades de la iglesia es la única actividad asociada a la felicidad para los ancianos.
Nada de todo esto es nuevo. Hace años que la neuroteología viene haciendo estudios en torno a la influencia de la vida espiritual en el cerebro humano. Son estudios que se sirven de las técnicas de neuroimagen para llevar a cabo sus experimentos. Y curiosamente todos llegan a la conclusión de que la vida espiritual influye positivamente en la salud y el bienestar de las personas.
Quizás algo de esto tenga que ver en tanta gente con vacío existencial, que busca la felicidad sin encontrarla, que se deja llevar por la sociedad de consumo egoísta. Porque no digo que sea necesario creer en Dios para cuidar la vida espiritual. Lo que digo es que incluso muchos creyentes no cuidan su vida espiritual y acaban con las mismas sensaciones de vacío existencial.
Es muy cuestionable la vida espiritual que no conduce a la paz, a la alegría y a la misericordia. Yo dudaría de su autenticidad. Por eso la salud y la felicidad están en este camino y no en el exterior del ser humano.
Como dice Pierre Teilhard de Chardin: “No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual. Somos seres espirituales teniendo una experiencia humana”.