La cara oculta de la luna

Contaban de Valle-Inclán que en uno de sus regresos a Galicia vio que se construía un murito en torno a un cementerio aldeano y comentó: “vano esfuerzo, si alguna vez hubo uno, pues los que están fuera no desean entrar, ni los que están dentro, salir”.

Se publican fotos del lado oculto de la luna, tomadas durante un alineamiento. Uno ha querido dedicarse a la filosofía lunática, esto es, al tipo de espárrago silvestre que alborota las mentes hasta cortocircuitarlas en una guirnalda de chispazos de santidad.

¿Quién es el lunático? Etimológicamente, el que se debe a los ciclos de melancolía que nuestra Diosa Blanca establece, gobernando mareas y floraciones. Es fácil morir y renacer de modo lunático en verano, cuando el vino es largo y las higueras y el salitre perfuman / platean la noche catedralicia. En la noche alta del verano mallorquín, el palmito y el fonoll marí se conjuran con las luces de la bahía y el amor del instante es peso evidente, contactado por sus propias riquezas en calma, graciosamente abundadas.

Pero el verano es sólo el paso fugaz de sí mismo: en la ciudad y sus entresuelos de cuarto y mitad la vida lunática constituye una cierta militancia. ¿A la cara oculta de la luna corresponde una cara emboscada del lunático? Puede ser. Los cenáculos literarios han conocidos desde siempre la emergencia del grupito cabalístico, fraterno y fanatizado, llamado a chocar una y otra vez contra todo rompeolas civil.

Contaban de Valle-Inclán que en uno de sus regresos a Galicia vio que se construía un murito en torno a un cementerio aldeano y comentó: “vano esfuerzo, si alguna vez hubo uno, pues los que están fuera no desean entrar, ni los que están dentro, salir”.

Pues eso.